(Bloomberg) -- Cuando Donald Trump inició por primera vez una guerra comercial con China en 2018, Pekín se encontró en una posición de desventaja y sin saber cómo responder. Esta vez, el presidente Xi Jinping está mejor preparado para la lucha, aunque tenga más que perder.
Trump, que ganó un segundo mandato como presidente en las elecciones celebradas el martes, ha amenazado con imponer aranceles de hasta el 60% a los productos chinos, un nivel que, según Bloomberg Economics, diezmaría el comercio entre las mayores economías del mundo. Eso se suma a una serie de controles a la exportación de tecnología avanzada que la administración Biden no ha hecho más que endurecer desde que Trump dejó el cargo.
En ese tiempo, China ha dado pasos estratégicos para asegurarse de ser más resistente y está bien posicionado para contraatacar. La clave para ello ha sido ampliar su caja de herramientas, que ahora incluye controles a la exportación de materias primas críticas, además de aranceles sobre productos agrícolas y una lista de entidades que puede apuntar a empresas estadounidenses clave.
“China, psicológicamente hablando, está mucho más preparado para volver a enfrentarse a él”, dijo Zhou Bo, coronel retirado del Ejército Popular de Liberación y miembro del Centro de Seguridad y Estrategia Internacional de la Universidad de Tsinghua. Xi felicitó a Trump por su victoria y abogó por unos lazos “sanos y sostenibles” entre ambas naciones, informaron los medios estatales.
Aun así, Xi preferiría evitar una batalla arancelaria, que presenta el riesgo de resultar mucho más devastadora que la primera ronda. China ha confiado en las exportaciones de bienes como los vehículos eléctricos y las baterías para impulsar una economía acosada por la presión deflacionista y los problemas inmobiliarios, y los legisladores chinos se reúnen esta semana para formular medidas que impulsen el crecimiento.
Si Trump sigue adelante con sus amenazas arancelarias, las autoridades chinas tendrán que hacer mucho más para ayudar a la economía. Goldman Sachs Group Inc. dijo la semana pasada que unas mayores restricciones comerciales a China podrían forzar a Xi a impulsar el consumo interno, algo que el Partido Comunista ha tratado tradicionalmente de evitar.
El yuan registró el miércoles su mayor debilitamiento en dos años y las acciones chinas cayeron, dando a los inversionistas una muestra de la volatilidad que se avecina cuando Trump asuma la presidencia de Estados Unidos. El yuan extraterritorial cayó hasta un 1,3% frente al dólar, la mayor baja en un día desde octubre de 2022. Las acciones chinas que cotizan en Hong Kong se llevaron la peor parte de las ventas y el indicador Hang Seng cerró con una baja del 2,6%.
“China difícilmente puede tomar represalias con aranceles del 60%”, dijo Alicia García Herrero, economista jefe para Asia-Pacífico de Natixis SA. “Lo que hará China es anunciar un mayor estímulo para contrarrestar y que el mercado no penalice a China”.
Durante el primer mandato de Trump, casi dos años de amenazas, aranceles y conversaciones terminaron con un acuerdo firmado en enero de 2020 que incluía la promesa de China de comprar productos estadounidenses por US$200.000 millones para intentar reducir su desequilibrio comercial con EE.UU. Sin embargo, el brote del covid alrededor de esa misma fecha agrió rápidamente las relaciones entre los países, y China nunca estuvo cerca de alcanzar los objetivos, ya que las exportaciones chinas se dispararon durante la pandemia.
Una renovada guerra comercial amenaza con causar un daño mayor al comercio mundial. El año pasado, las empresas chinas exportaron US$500.000 millones en bienes a EE.UU., es decir, alrededor del 15% del valor de todas sus exportaciones. Si EE.UU. impusiera aranceles elevados a todos o gran parte de esos productos, podría acabar con esas ventas y perjudicar aún más a las empresas que se enfrentan a una economía nacional débil y a la caída de los precios.
Nota Original: Xi Is Better Prepared for Trump Even as 60% Tariffs Risk Chaos
--Con la colaboración de Yujing Liu y Philip Glamann.
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