Luis Miguel Pascual
París, 7 nov (EFE).- El PSG es una metralleta con balas de fogueo en Europa, una paradoja que pone en jaque a su entrenador, Luis Enrique, incapaz de encontrar remedio a esa sequía goleadora y que afronta al borde del precipicio las últimas cuatro jornadas de la fase de grupos de la Liga de Campeones.
Pocos equipos crean tantas ocasiones de goles de gol como el líder francés, pero su balance ofensivo es de dos goles a favor, más uno en propia puerta, y cuatro puntos, lo que le sitúa en el puesto 25 de la tabla y en un evidente peligro de quedar fuera de la fase final por vez primera desde la llegada de los cataríes en 2012.
Una eliminación prematura abriría la caja de pandora en un club diseñado para triunfar en Europa y dejaría en una postura comprometida a Luis Enrique, pese a que está siendo el técnico que más convence a las altas instancias de Doha por su trabajo.
El entrenador no está siendo apuntado como culpable de la falta de puntería de sus jugadores, pero sí de sus decisiones tácticas y de su obcecación en no buscar un delantero centro que aporte más eficacia ofensiva tras la salida de Kylian Mbappé.
Luis Enrique sigue sin confiar en Randal Kolo Muani, el único "9" específico de la plantilla a falta de que supere la lesión el portugués Gonçalo Ramos, algo previsto para finales de este mes.
Ante ello, apuesta por un "falso 9", que tanto con el surcoreano Kang-In Lee como el español Marco Asensio se ha saldado por un sonoro fracaso.
En liga, la pareja formada por Ousmane Dembélé y Bradley Barcola han aportado los goles necesarios para que el equipo lidere la tabla con soltura.
Pero en Europa, el ex jugador del Barcelona ha evidenciado más que nunca su fama de inofensivo, con doce goles en 53 partidos continentales, una sequía que se ha agrandado en el PSG.
Barcola, máximo goleador de la liga francesa, tiene a sus 22 años recién cumplidos una deuda con la experiencia que aumenta en los partidos de más entidad y que, como saldo, deja un único gol en Europa.
Esta temporada, los pocos argumentos ofensivos del equipo han salido del defensor Achraf Hakimi, anotador contra el PSV, y Warren Zaïre-Emery, frente al Atlético de Madrid, mientas que el gol de la victoria contra el Girona, en el último minuto, se lo marcó en propia puerta el meta argentino Paulo Gazzaniga.
Muy poco premio para un equipo que en esos tres partidos en su estadio ha superado las 50 ocasiones de gol, algunas clamorosas, de esas que un futbolista en plena confianza no suele fallar.
Ante esa evidencia, Luis Enrique apareció más desencajado que de costumbre en la rueda de prensa posterior al duelo contra el Atlético de Madrid. "Con esta dinámica no puedo garantizar que vayamos a clasificarnos", dijo.
Nada hace indicar por ahora que su puesto corra peligro, pero el entrenador conoce bien la ley del fútbol: "Si no nos clasificamos se tomarán las medidas que se tengan que tomar. No estoy en el fútbol porque tenga miedo, siempre voy hacia adelante hasta el último minuto".
El entrenador español confesó no encontrar explicación a la falta de acierto, evitó toda autocrítica y dejó entrever que la eliminación en fase de grupos es una realidad que planea sobre su cabeza, aunque su espíritu luchador le llevó a prometer lucha hasta el final en las "cuatro finales" que tienen por delante.
"No tengo palabras (...) Llevo 30 años en el fútbol y no consigo explicar esto. Es mala suerte. Hemos sido infinitamente superiores a nuestros adversarios", dijo.
Con el agravante de que tres de ellas serán lejos del Parque de los Príncipes, donde el equipo ha evidenciado una mayor debilidad, puesta de manifiesto este año en la derrota contra el Arsenal en Londres.
El 26 de noviembre su suerte puede quedar sellada en Múnich donde afrontará contra el Bayern la primera final, en un estadio del que es difícil salir con un resultado positivo.
Dos semanas más tarde, si todavía hay esperanzas, viajarán a Salzburgo, un rival más accesible pero contra el que jugarán sin red de salvamento.
El 22 de enero volverán a su estadio, pero contra el Manchester City de Pep Guardiola y Erling Haaland, que visitará el Parque de los Príncipes por cuarta vez en diez años, tras haber conocido todos los resultados posibles en los tres anteriores.
El último suspiro lo darán en Stuttgart el 29 de enero. Entrar entre los ocho mejores parece ya una utopía, por lo que, en este novedoso sistema de Liga de Campeones, se aferran a acabar entre los 24 para acceder a la repesca. EFE