Iñaki Dufour
Madrid, 6 nov (EFE).- Derrotado en las dos anteriores jornadas de la Liga de Campeones, zarandeado por un 4-0 contra el Benfica en Lisboa, el Atlético de Madrid se protegió en la visita al París Saint Germain en el Parque de los Príncipes, donde ganó en la última jugada, con la pegada de dos goles en cuatro remates en 94 minutos, con ocho paradas de Jan Oblak, con 70 ataques menos que su rival (23 a 93) y con 125,3 kilómetros recorridos.
Una victoria de resistencia, cuyas estadísticas exponen todo lo que sufrió el Atlético, que alcanzó los seis puntos y recompuso sus opciones de clasificación para la siguiente ronda de la máxima competición continental, después de un ejercicio defensivo dentro de ese publicitado reencuentro con sus cualidades de fortaleza atrás, intensidad y contragolpe.
"La victoria nos va a servir mucho. Volvimos a ver un Atleti duro y difícil de jugar. Ese es el camino. Ser fuertes. Es verdad que hemos tenido un poco de suerte. Es así el fútbol. Contra el Lille (en la anterior jornada) en casa, lo tuvimos para ganar y al final perdimos. A seguir, a mejorar cosas y ya está", proclamó Antoine Griezmann a 'Movistar'.
El Atlético soportó las ocasiones del conjunto francés, peleado una y otra vez con el gol, con 22 remates (nueve de ellos entre los tres palos) por los cuatro (tres a portería) que lanzó el conjunto rojiblanco, superviviente por las intervenciones de su portero: Jan Oblak, figura del encuentro con hasta ocho paradas, según recogen las estadísticas oficiales de la UEFA. Siete de ellas fueron en la segunda parte, todavía con el 1-1 en el marcador parisino.
El PSG propuso 93 ataques por los 23 del Atlético. Apenas once del conjunto madrileño fueron en la primera hora del duelo. El equipo rojiblanco dio 279 pases por los 804 de su rival y tan solo dispuso del 31 por ciento de la posesión por el 69 por ciento del bloque de Luis Enrique Martínez. Ni siquiera sacó un córner el Atlético en la hora y media de encuentro. Corrió 125,3 kilómetros por los 117,9 del bloque galo.
"Necesitábamos un partido así, trabajado así tácticamente, porque nos costaba desde el año pasado ganar fuera y nos va a servir para lo que viene. La idea era no darle espacios a Dembele y Barcola. Sabemos que, si les dejas espacios atrás nuestro, lo iban a coger y con la velocidad que tienen ellos nos iba a costar. Nos pusimos en bloque bajo para que no corran tanto. Ha pasado dos o tres veces, que nos han hecho daño... Hicimos un buen partido", abundó Griezmann.
La segunda victoria en las últimas once salidas del Atlético en la Liga de Campeones, con siete derrotas en ese recorrido, se basó en la defensa, en la agonía, en el filo de la derrota y en el detalle de la victoria.
De principio, se protegió. No fue sólo simplemente por la figura y las figuras del vigente campeón francés, también agobiados por sus cuatro únicos puntos en las primeras cuatro citas de la competición, sino también por su comprometida situación en el torneo y por su sinuoso recorrido de sus últimos tiempos como visitante en la Champions, con siete derrotas, las dos más recientes con ocho tantos en contra. En Dortmund y Lisboa. El empate bastaba, quizás.
El plan de Diego Simeone fue evidente. La prioridad fue defensiva. El gol de Warren Zaire Emery en el minuto 13, en el despropósito de Clement Lenglet cuando salía del área con el balón ante la presión de Ousmane Dembele, lo obligó de repente a ir más allá en su ataque un rato, con la demostración indudable de su capacidad cuando sube líneas y propone su ofensiva, hasta que igualó.
Nivelado el choque por medio de Nahuel Molina, asistente el pasado domingo, goleador este miércoles con una volea con la izquierda, reivindicado en los dos choques más recientes, el Atlético retomó su objetivo defensivo, agarrado a Jan Oblak, sobre todo en el comienzo y el desarrollo del segundo tiempo, cuando negó el 2-1 a Bradley Barcola hasta en dos ocasiones. Una de ellas con una mano derecha prodigiosa del portero esloveno.
Los cambios alteraron el ritmo. La primera ventana de Simeone fue para sostener el sistema, pero con más frescura: Javi Galán dejó su sitio a Reinildo Mandava (salvador en el tramo final para frustrar un remate rival) por la izquierda; Giuliano Simeone se fue para dar entrada a Rodrigo Riquelme por la derecha; y Rodrigo de Paul fue reemplazado por Koke Resurrección, el capitán.
En la siguiente sustitución, ya por el minuto 67, cuando el Atlético se sentía más presente en ataque, Simeone quitó a Julián Alvarez, el mejor hasta entonces de medio campo hacia adelante del equipo rojiblanco. Entró Ángel Correa, el cuarto cambio del Atlético, y sostuvo a Antoine Griezmann, gris todo el encuentro. Alexander Sorloth ni siquiera jugó.
El quinto cambio fue Samuel Lino, con Oblak ya convertido en el héroe de un empate que fue finalmente una victoria, impulsado por el saque rápido para el contragolpe del guardameta, continuado por Griezmann y anotado por Correa. Minuto 93. Un triunfo de resistencia. EFE