Bangkok, 5 nov (EFE).- El líder de la junta birmana, Min Aung Hlaing, partió este martes hacia China en la que supone su primera visita a la potencia asiática desde el golpe militar de 2021, que aisló al país, lo sumió en la semianarquía y agudizó un conflicto en el que Pekín ha buscado mediar.
El general golpista salió de la capital birmana, Naypyidó, en la mañana del martes, según divulgó la cadena de televisión birmana MWD, propiedad del Ejército, para participar en una cumbre para la cooperación económica entre los países del Mekong (China, Birmania, Laos, Tailandia, Camboya y Vietnam) en la ciudad de Kunming, en la región suroccidental china de Yunán, el 6 y 7 de noviembre.
Se trata del primer viaje a China y uno de los escasos desplazamientos al extranjero del líder de la junta birmana, que también ha estado en Rusia y en Indonesia poco después de la asonada del 1 de febrero de 2021 para una cumbre del Sudeste Asiático, a las que posteriormente se le dejó de invitar.
En este caso, su visita a China, que no condenó el golpe y como Rusia suministra a Birmania armamento, refuerza la cuestionada legitimidad de Min Aung Hlaing en un momento en el que el Ejército se ve debilitado por un movimiento de guerrillas étnicas y prodemocráticas.
China, que enviará al primer ministro, Li Qiang, a la cumbre en Kunming, sin que esté confirmado que se reúna allí con el general, ha reducido importancia a la visita, y su portavoz de Exteriores se limitó hoy a subrayar que Birmania es un país "importante en la región" que ha participado de manera "consistente" en reuniones así.
Su visita, no obstante, se produce en medio de renovados intentos de China por asegurar la estabilidad de un país con el que comparte más de 2.200 kilómetros de frontera y en el que tiene numerosos proyectos.
El pasado agosto, el canciller chino, Wang Yi, se reunió con el jefe golpista en Birmania y le urgió a celebrar "elecciones inclusivas". Un mes después, la junta birmana hizo un llamamiento a las guerrillas étnicas y las fuerzas prodemocráticas para negociar una salida política de cara a la celebración de elecciones, oferta que rechazaron y que repitió en octubre.
Ya el pasado enero, también en Kunming, Pekín medió entre la junta y una poderosa alianza de guerrillas -algunas con vínculos étnicos y de seguridad con China- que lanzó el pasado año la mayor ofensiva hasta el momento contra el Ejército -la Operación 1027- en un acuerdo de alto el fuego, posteriormente infringido.
Y es que China adopta en general un enfoque pragmático con el volátil país, manteniendo vínculos tanto con los generales, sancionados por violaciones de derechos humanos por numerosos países, como con grupos rebeldes y prodemocráticos para proteger sus intereses, entre ellos los oleoductos a través de los que transferir gas y petróleo a la provincia de Yunán.
Pero los llamamientos de Pekín a la celebración de comicios, así como la visita a China del general, no han sido bien recibidos por la oposición birmana.
Kyaw Zaw, portavoz del Gobierno para la Unidad Nacional (NUG, por sus siglas en inglés), formado en parte por exdiputados del Legislativo derrocado por los militares y que se declara la autoridad legítima de Birmania, urgió a China a reconsiderar su invitación a Min Aung Hlaing en un vídeo en Facebook hace días.
"El pueblo de Birmania quiere estabilidad, paz y crecimiento. Es Min Aung Hlaing y su gente quienes lo destruyen", advirtió.
El golpe, justificado por los militares por un supuesto fraude durante los comicios de noviembre de 2020, ganados con el aval de observadores internacionales por la Liga Nacional para la Democracia (LND) de la nobel de la paz Aung San Suu Kyi, detenida desde la sublevación, abrió una espiral de violencia que ha exacerbado la guerra de guerrillas que sufre Birmania desde hace décadas. EFE
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