Así funciona el avanzado sistema de Japón contra inundaciones y otros desastres naturales

Japón implementa un sistema de alertas meteorológicas y un sistema subterráneo para mitigar inundaciones, diseñados para responder a desastres naturales frecuentes y proteger a la población en áreas vulnerables

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Antonio Hermosín

Tokio, 5 nov (EFE).- Japón cuenta con uno de los sistemas más avanzados del mundo para mitigar el impacto de inundaciones y otros desastres naturales, que incluye un mecanismo de alerta meteorológica temprana y un gigantesco tanque subterráneo para proteger a Tokio contra lluvias torrenciales y crecidas de ríos.

La ubicación geográfica de Japón, situado sobre el llamado anillo de fuego del Pacífico -una de las zonas sísmicas más activas del planeta-, y sus características climatológicas exponen al país a frecuentes catástrofes naturales como terremotos, tsunamis, tifones o erupciones volcánicas.

Ante este panorama, el archipiélago nipón ha desarrollado durante las últimas décadas un sofisticado sistema que aúna tecnología, infraestructuras y protocolos de actuación, así como vías de comunicación pública y métodos de entrenamiento y concienciación para la ciudadanía.

La Agencia Meteorológica de Japón (JMA), un organismo público dependiente del Ministerio de Territorio, Infraestructura, y Transporte, cuenta desde 2013 con sistema de alerta para avisar a la población de la probabilidad de catástrofes asociadas a fenómenos naturales.

El nivel de máximo riesgo en una escala de cinco corresponde a la "Alerta de Emergencia", que indica la alta probabilidad de un fenómeno ocurrido "solo una vez en varias décadas" y "de una magnitud nunca experimentada por los residentes", según la JMA.

Su objetivo es alertar sobre el impacto de eventos como el tsunami desencadenado por el gran terremoto del noreste de Japón de 2011, que dejó más de 18.000 muertos o desaparecidos; las lluvias torrenciales causadas por el tifón Talas, que provocaron más de 100 muertos ese mismo año; o la marejada ciclónica provocada por otro tifón en 1959 que dejó unos 5.000 fallecidos.

Las alertas las emite directamente la JMA en base a su análisis de datos meteorológicos y de forma progresiva -es decir, con avisos de niveles crecientes desde el 1 al 5-, y contienen unas recomendaciones de acción directa dirigidas a la población y a las autoridades locales, que cuentan con protocolos de actuación para cada nivel y diseñados para funcionar con la antelación necesaria para salvar vidas.

Así, el nivel 2 incluye avisos sobre el riesgo de lluvias fuertes o inundaciones y llama a "prepararse para la respuesta de emergencia", mientras que el nivel 3 recomienda la evacuación de ancianos o personas discapacitadas a los refugios habilitados en cada zona.

El nivel 4 conlleva ya una "orden de evacuación" para todos los residentes de las zonas afectadas por inundaciones a causa de lluvias torrenciales, deslizamientos de tierra o marejadas ciclónicas, mientras que el nivel 5 incluye "medidas de seguridad de emergencia" para situaciones "que suponen una amenaza para la vida".

Estas alertas y las instrucciones específicas de las autoridades locales se transmiten a la población por medio de mensajes enviados automáticamente a los teléfonos móviles de todos los residentes en áreas afectadas, por megafonía pública o por los medios de comunicación.

El Gran Área Metropolitana de Tokio cuenta desde 2006 con el llamado Canal de Descarga Subterráneo, la mayor instalación bajo tierra del mundo de este tipo dirigida a contener las crecidas de los principales ríos y canales de la región capitalina, cuya geografía y rápido desarrollo urbanístico la hacen muy propensa a las inundaciones durante las temporadas de lluvias y tifones.

Sus cinco silos de contención de hasta 71 metros de altura y 32 de diámetro, conectados por 6,3 kilómetros de túneles, son capaces de drenar agua a una velocidad de 200 metros cúbicos por segundo, y según estimaciones del Gobierno regional, han permitido mitigar daños derivados de inundaciones por valor de 148.400 millones de yenes (895 millones de euros) entre 2002 y 2019.

Por ejemplo, durante un poderoso tifón en 2019 el número de viviendas inundadas en la zona de Nakagawa colindante con el río Ayase (al norte de la bahía de Tokio) fue de 2.737, lo que supone menos de la décima parte de hogares dañados por el agua durante un tifón de intensidad similar en 1982, antes de la construcción del canal subterráneo.

Pese a que los expertos coinciden en la efectividad de los mecanismos nipones para reducir los efectos de los desastres naturales, las habituales lluvias torrenciales en Japón y su intensidad creciente atribuida al cambio climático siguen dejando cuantiosos daños materiales y un número considerable de víctimas con relativa frecuencia, sobre todo en áreas rurales y remotas.

El verano de 2018 dejó las lluvias más catastróficas en varias décadas en el archipiélago nipón, que castigaron especialmente al sudoeste y dejaron unos 270 fallecidos en todo el país.

En 2020, las precipitaciones récord también durante la temporada estival de lluvias en el sudeste del país se saldaron con cerca de 90 muertos. EFE

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