París, 4 nov (EFE).- Francia apuesta por el coche eléctrico y la energía nuclear como principales vectores para conseguir su objetivo de reducir en un 50 % sus emisiones de gases de efecto invernadero en 2030, para lo que también plantea un ambicioso plan de renovación de edificios, indicó este lunes el Ejecutivo.
En la presentación de su trayectoria plurianual de la energía y de su estrategia de descarbonización, el Ministerio francés de Transición Ecológica confirmó su intención de lograr la neutralidad de carbono en 2050.
El Ejecutivo francés presentó esta hoja de ruta con un año de retraso, a causa de las diferentes citas electorales y de las dificultades para formar Gobierno.
Esta trayectoria supone una aceleración en el recorte de emisiones contaminantes. Si entre 2017 y 2022 el ritmo fue del 2 % anual, Francia se compromete a asumir la ambición europea para pasar a un ritmo del 5 % hasta 2030.
Eso supone pasar de las 373 millones de toneladas equivalentes de dióxido de carbono (CO2) el año pasado a 270 millones dentro de seis años.
La ministra de Transición Ecológica, Agnès Pannier-Runacher, reconoció que en los seis últimos meses se ha ralentizado un poco el ritmo de reducción de emisiones, en buena parte a causa de las condiciones climáticas, pero señaló que eso "muestra la necesidad de acelerar".
El plan francés prevé disminuir en un 31 % hasta 2030 las emisiones ligadas a los transportes, responsables de dos tercios del total, para lo que la gran apuesta es el coche eléctrico.
En ese horizonte, dos tercios de las ventas de automóviles tendrían que ser eléctricos, y pasar de las 140.000 estaciones de recarga actuales a 400.000.
Además, el Gobierno aspira a incrementar un 25 % los transportes públicos y duplicar el transporte de mercancías por tren y los kilómetros de carriles bici, para llegar a los 100.000, además de generalizar el teletrabajo e incrementar progresivamente la tasación de las emisiones de carbono en el transporte aéreo.
Francia aspira también a recortar en un 13 % las emisiones del sector agrícola, con más cultivos ecológicos, apostar por las leguminosas y bajar un 26 % los abonos de nitrógeno.
En los próximos seis años, se pretende acabar con el 75 % de las calderas de gasóleo, lo que supone 300.000 hogares al año. También se quieren suprimir entre el 20 y el 25 % de las de gas, e instalar un millón de bombas de calor y aumentar las ayudas a la renovación energética.
La industria debe bajar en un 42 % sus emisiones y decantarse por la electricidad, la biomasa y el hidrógeno, además del almacenamiento de CO2.
Sobre la producción energética, el plan pretende limitar la dependencia de fuentes fósiles, lo que significa recortar en un 28,6 % el consumo, apostar por las renovables, esencialmente la eólica, y un relanzamiento de la nuclear.
Este último punto se sustancia en la construcción de seis reactores de nueva generación EPR 2 y el estudio de otros ocho, para alcanzar una producción de hasta 400 terawatios hora anuales.
Además de multiplicar por seis la potencia instalada de producción solar, la eólica deberá llegar a los 18 gigawatios en producción marina y entre 40 y 45 la terrestre.
A ello se suman las otras fuentes renovables, como los biocarburantes o el hidrógeno, pero sin llegar al 44 % que exige Bruselas. EFE