Los Ángeles, 1 nov (EFE).- Ohtani lideró a los Dodgers a ganar la Serie Mundial. Y revitalizó ‘Little Tokyo’. El barrio japonés de Los Ángeles se vino abajo con la pandemia. La llegada a la ciudad del jugador nipón lo puso de nuevo en el mapa. Un mural en el Hotel Miyako que atrae a miles de turistas. El cóctel 'Shotime' (una fusión de la palabra inglesa 'hora del espectáculo, showtime' y su nombre, Shohei), hecha con vodka japonés. La 'Ohtanimanía' es imparable.
La revolución Ohtani recorre las calles del pequeño distrito histórico 'Little Tokyo', el corazón de la población japonesa-estadounidense más grande de EE.UU., venido abajo con la pandemia y revitalizado con la llegada del jugador a los Dodgers el año pasado.
Con su fichaje "de repente hubo una representación instantánea para todos en Los Ángeles, pero específicamente para los estadounidenses de origen japonés", dice a EFE Don Tahara, dueño de Far Bar, un restaurante de bocado asiático, y fiel seguidor de los Dodgers desde la infancia.
Al otro lado de la calle donde se ubica este restaurante se extiende un enorme mural de Ohtani sujetando un bate con firmeza y vestido con la equipación del club que se ha convertido en el principal atractivo de los miles de turistas que visitan a diario este barrio, enclavado en el centro de la ciudad.
"La gente viene a Little Tokyo para tomar una foto del mural o para experimentar el barrio", agrega Tahara.
Diseñado por el reconocido artista local Robert Vargas en una de las paredes del Hotel Miyako, los negocios del barrio han experimentado un 'boom' económico y social achacado a la 'Otanimanía'.
El hotel "está muy concurrido porque siempre que hay un partido de los Dodgers en la ciudad, muchas compañías de viajes de Japón invitan a gente a alojarse allí", indica.
Con su presencia y su espectacular temporada, Ohtani "ha hecho que mucha gente que antes no era fanática del béisbol ni de los Dodgers esté ahora viendo los partidos", afirma Tahara.
El bar, cada vez con más afluencia de público portando camisetas de los Dodgers o con el dorsal 17, celebra cada éxito de Ohtani con su bebida estrella: el cóctel 'Shotime' (una fusión de la palabra inglesa 'hora del espectáculo' y su nombre, Shohei), hecha con vodka japonés, con la que invita a una ronda a todo los seguidores cada vez que el bateador japonés pega un jonrón en los partidos de la MLB.
En su primer año en los Dodgers, su impacto disparó la audiencia de las Grandes Ligas con un récord de 14.500 millones de minutos vistos en directo y el barrio japonés de Los Ángeles se ha transformado en un templo que rinde tributo a la 'Ohtanimanía'.
El japonés Shohei Ohtani llegó a los Dodgers hace un año a cambiarlo todo: con una media de 48.000 espectadores por partido, el estadio del equipo californiano, ubicado en pleno centro de Los Ángeles, albergó en la pasada temporada la mayor asistencia de la MLB con más de 3 millones de público.
El aumento de seguidores en el campo coincide con el incremento del interés en las Grandes Ligas en la televisión, que registró en la última temporada la mayor audiencia en siete años, 71 millones, un 1 % más con respecto a la del año pasado.
Los números internacionales también se han disparado, sobre todo en Asia, con una audiencia del 32 %, mientras que en América Latina se situó en un 16 %, según datos de la MLB.
El gran hito de Ohtani agitó también las redes sociales: su entrada al exclusivo club de los 50/50 el pasado agosto generó 98,4 millones de impresiones solo en X, coronándose como la jornada "más importante de las Grandes Ligas en su historia de X", agrega la organización.
Con el furor del bateador y otros jugadores japoneses como Shota Imanaga y Yoshinobu Yamamoto, la empresa de radiodifusión pública de Japón "está en camino de registrar su cuarto aumento de audiencia consecutivo (desde 2021) con una audiencia promedio de casi 2,2 millones de espectadores", indica la MLB.
Y, de hecho, en Japón se estima que Ohtani podría generar unos beneficios de 770 millones de dólares este año, de acuerdo con el especialista en economía del deporte Miyamoto Katsuhiro. EFE
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