Laura Fernández Palomo
Argel, 1 nov (EFE).- Un recorrido histórico y cinematográfico por la Casba de "La Batalla de Argel" desemboca en la casa que dinamitó el Ejército francés con el argelino "Ali la Pointe" dentro, el recuerdo de uno de los episodios más emblemáticos de la guerra de la independencia que Argelia conmemora este viernes, 70 años después de que se disparara la primera bala.
Su muerte en 1957 en las callejuelas de la ciudadela, junto a otros tres considerados héroes de la revolución, fue el final de un sangriento combate en la capital argelina, pero no de la contienda contra Francia que habría comenzado el 1 de noviembre, tres años antes, y terminaría con la independencia de Argelia en 1962.
"Cada provincia de las cinco en las que el liderazgo partió la Francia colonial tiró al menos un cartucho para decir que todos habíamos comenzado (la guerra)", recuerda aquella noche del 1 de noviembre de 1954 el combatiente Jazmat Belkasem de 91 años.
"La violencia estalló en todas partes. Había atentados en el puerto, en el barrio de Belcourt (famoso barrio de la capital) y después cada uno a su manera, dependía de los responsables (de cada provincia). Los jefes debían ser anónimos", explica este veterano argelino que decidió unirse a la contienda en un bando que apenas tenía armas para luchar, reconoce en declaraciones a EFE.
De traje, con un plan que aunaba la lucha armada con la estrategia política, seis líderes nacionalistas dieron la orden de iniciar ataques al unísono contra los franceses, al tiempo que la Radio de El Cairo emitía un manifiesto sobre un nuevo movimiento independentista.
Nacía el Frente de Liberación Nacional (FLN) con el objetivo de "restaurar un estado argelino" tras décadas previas de promesas de independencia incumplidas por Francia y resortes nacionalistas. Apostaron por las armas.
En poco tiempo, el FLN consiguió establecer una autoridad clandestina y redes de combatientes en todo el país, entre los que destacó Ali la Pointe en Argel. Un luchador tan temerario como carismático.
"Argel debe convertirse en el tambor de la revolución", transmitió según las crónicas Larbi Ben M'Hidi, uno de los seis precursores de la guerra, a los cabecillas de Argel. Comenzó la batalla.
Con la población árabe confinada en la Casbah, ciudadela otomana, "ríos de sangre" descendían por las escaleras con cada bomba, atentado y ataque de uno y otro bando, narran los vecinos de una memoria familiar.
"Todos los habitantes participaban de una manera u otra en la guerra", cuenta a EFE una residente de la medina a quien su madre le relató cómo se comunicaban a través de mensaje escritos en las telas con las que envolvían y cobijaban a los bebés.
Según Belkasem, las mujeres desempeñaron un papel relevante en la guerra dos años después de su comienzo, como la joven Hasiba Ben Bouali de 19 años, aliada de Le Pointe y que murió en la explosión junto al pequeño Omar Yacef de 13 años y Mahmoud Bouhamidi de 18. Los cuatro cercados y perseguidos.
"El 8 de octubre de 1957, el ejército francés encontraba el lugar donde se escondían y asedió la casa. Les pidieron que se rindieran, pero ellos se negaron; se evacuó a la población, a los vecinos y pusieron los detonadores como vimos bien en la película" de Gillo Pontecorvo, explica a EFE el guardián de la vivienda donde sucedió, hoy memorial.
La Casba se paró en aquel momento. Desde el ascenso a la casa, sobresale todavía el esqueleto de los edificios colindantes que también se derrumbaron y sepultaron una veintena de argelinos, cuentan las crónicas.
La premiada película de 1966 relata con matices este episodio que no olvidan los argelinos, tampoco el vigilante del museo de Ali la Pointe quien cree que el filme, grabado en estas callejuelas, refleja "en un 90% la realidad" de aquel enfrentamiento.
Las fotos en blanco y negro de quienes perdieron la vida cuelgan hoy en los puestos de la Casba, sus nombre denominan calles argelinas y, pese al alto coste humano y el inevitable dolor, el país conmemora aquella lucha como la victoria que puso fin a 132 de colonización francesa.
"Argelia sigue fiel al espíritu del 1 de noviembre que sigue marcando la política actual del país", considera el historiador argelino, Amar Mohand Amer, sobre la memoria viva de aquella sangrienta guerra. EFE
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