París, 1 nov (EFE).- Hacía años que el público del Masters 1.000 de París no sentía una euforia como la que le ha generado el francés Ugo Humbert, que por vez primera logró la clasificación para semifinales de un torneo de esa categoría al superar al australiano Jordan Thompson por 6-2 y 7-6 (4).
El estadio bajo techo del barrio parisiense de Bercy, que vive su último año como sede del Masters 1.000, se presta a este tipo de sesiones, en las que el público se convierte en un factor más.
Desde 2017 no veía a uno de los suyos a estas alturas de la competición y Humbert, 18 del ránking, el mejor tenista francés del momento, ha conseguido todos los ingredientes para crear el entusiasmo.
Su tenis, algo alocado, descolocó al español Carlos Alcaraz, número 2 del mundo, en octavos y volvió a adaptarse como un guante en cuartos frente al número 28, que apenas pudo oponer resistencia al juego del galo, que encadena ya 12 victorias consecutivas bajo techo, tras haber ganado el año pasado en Metz y este en Marsella.
Su nivel sube en París, donde disputará por vez primera en su carrera las semifinales de un Masters 1.000, frente al ganador del duelo entre el búlgaro Grigor Dimitrov, octavo favorito y finalista de la pasada edición, y el ruso Karen Khachanov, que se llevó el trofeo en 2018.
La locura es el mejor aliado de un Humbert que ha conseguido que el torneo cobre interés en París, frente a la epidemia de bajas y eliminaciones de los rostros que adornan los carteles que debían servir de cebo para atraer a los espectadores.
A falta de las grandes estrellas, París tiene su héroe, inesperado un año después de que ninguno de ellos superara la segunda ronda, un tenista dado a interactuar con la grada y que en Bercy se encuentra como pez en el agua.
Ante un Thompson que le había ganado en el único duelo entre ambos, este mismo año en Cincinnati, el francés, que sigue la batuta de Jérémy Chardy, demostró que tiene intención de dejar huella en el torneo y, por qué no, sustituir en el palmarés Jo-Wilfried Tsonga 16 años después del último triunfo galo.
Todavía le falta para eso, pero el nivel de Humbert, en contraste con la caída de rendimiento de otros jugadores que arrastran la fatiga de una larga temporada, es evidente.
No fue el caso de Thompson, que tras alcanzar sus primeros cuartos de final de un Masters 1.000 a sus 30 años, peleó para alargar su idilio con la capital francesa, pero el ambiente y el tenis del rival se lo pusieron demasiado difícil.
Trató de aferrarse en el segundo set, en el que llegó a servir para ganarlo, pero Humbert forzó el juego de desempate y acabó cerrando el duelo a su favor. EFE