Cali (Colombia), 30 oct (EFE).- "Para cualquier tipo de material genético existe un conocimiento ancestral asociado con el mismo", defiende Cristiane Juliao, del pueblo indígena Pankararu de Brasil, en referencia a la discusión que tiene lugar en la COP16 en Colombia sobre el uso y la repartición justa de los beneficios de las secuencias genéticas, que ve con desconfianza.
Aunque esta ha sido una COP16 donde se enfatizó la presencia de pueblos indígenas y comunidades locales para que sus voces sean escuchadas, Juliao dice tener "el 'desconfíometro' a un millón" y dice que "está muy bueno para ser verdad", por lo que los pueblos indígenas esperarán hasta este viernes, cuando acaben las negociaciones, para saber si efectivamente su voz fue escuchada.
A lo largo de la cumbre se ha discutido el acceso y distribución de los beneficios de recursos genéticos y secuencias digitales y, de hecho, la ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia, Susana Muhamad, destacó que se trata de "uno de los temas menos discutidos y socializados", pero que es "absolutamente estratégico en las economías del siglo XXI".
El mayor reto del debate de los recursos genéticos en la COP16 será el de las compensaciones por el uso de éstos, por eso es necesario construir un proceso intercultural, multidisciplinario e intergeneracional", en palabras de Yolanda Terán, representante del pueblo kichwa de Ecuador.
El tema de la Información Digital sobre Secuencias de Recursos Genéticos (DSI, por sus siglas en inglés) es complejo y, muchas veces, difícil de aterrizar. Por eso Juliao lo ejemplifica con los casos de la guaraná y del asaí, frutos amazónicos que ahora se consumen en todo el mundo.
La guaraná es empleada desde siempre por los pueblos indígenas como un suplemento energético que "proviene de una fuerza espiritual ancestral"; sin embargo, alguien llegó a sus selvas y "al intentar tener esa misma conexión" y no conseguirla, empezó a investigar hasta que "descubre" la guaraná y se queda con ese mérito.
"El conocimiento tradicional acaba no teniendo ese reconocimiento que lo acaba teniendo a ojos del mundo otra persona", lamenta Juliao.
Parecido es el caso del asaí, ahora consumido en todo el mundo, pero que fue patentado por Japón aunque es originario de la Amazonía, algo que infringe la propiedad intelectual de los recursos biogenéticos, agrega la lideresa indígena.
No será hasta el viernes, cuando finaliza oficialmente la COP16 -aunque no se descarta que se puedan alargar las negociaciones un par de días- cuando se conozcan las decisiones finales y los acuerdos alcanzados en materia de recursos genéticos. Mientras tanto, los pueblos indígenas siguen reclamando su papel en esta discusión. EFE
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