Las autoridades de Alemania han anunciado este jueves el cierre de todos los consulados que Irán mantenía abiertos en el país como respuesta a la ejecución del disidente germano-iraní Jamshid Sharmahd, al que Teherán acusaba de haber participado en varios atentados terroristas en el país.
El Ministerio de Exteriores alemán ha indicado que, a tenor de lo sucedido, serán cerradas las legaciones diplomáticas iraníes en las ciudades de Fráncfort, Hamburgo y Múnich --las tres con las que el país contaba--, si bien aún permanecerá abierta la Embajada en Berlín.
Esta medida afecta a 32 funcionarios iraníes, que pierden su derecho de residencia y deben abandonar el país a menos que tengan también la ciudadanía alemana, según ha explicado el Ministerio, que muestra una reacción contundente por parte del Gobierno.
La ministra de Exteriores alemana, Annalena Baerbock, ha lamentado que las relaciones entre los dos países se encuentran en su nivel más bajo de la historia y ha recalcado que la ejecución de Sharmahd muestra que el "régimen de la injusticia" iraní sugue actuando de forma "brutal".
Así, ha acusado a Teherán de saber usar, "por encima de todo, el idioma del chanetaje, la amenaza y la violencia". "Hemos dejado claro de forma reiterada y sin cabida a errores que la ejecución tendría graves consecuencias", ha aseverado, no sin descartar de momento el cierre de la Embajada. "Cerarla sería hacerle un favor al régimen", ha dicho.
La Embajada iraní será la única legación que servirá a los más de 300.000 iraníes que residen en territorio alemán, según ha explicado. El Gobierno ya había llamado a consultas el martes a su embajador en Teherán, Markus Potzel, y había convocado también al responsable iraní de la Embajada alemana, Mahmud Farazandé.
Actualmente no hay embajador iraní en Berlín. El anterior embajador se marchó en el marco de un cambio regular de personal y aún no ha llegado un sucesor. Tras la ejecución de Sharmahd, es poco probable que se envíe un nuevo embajador en un futuro próximo.
Las autoridades iraníes insisten en que la ejecución del disidente responde a que era el líder del grupo Tondar, considerado una organización terrorista en el país y al que el Gobierno acusa de estar detrás de varios atentados que habrían sido ordenados desde el exterior.
El grupo, con sede en Estados Unidos, busca restaurar la monarquía derrocada en la Revolución Islámica de 1979. Las autoridades iraníes le achacan la autoría de una veintena de ataques, de los cuales cinco habrían tenido éxito.