Las autoridades iraníes han defendido este martes la ejecución del disidente germano-iraní Jamshid Sharmahd, al que Teherán acusaba de haber participado en varios atentados terroristas en el país, y han hecho hincapié en que "ningún terrorista goza de impunidad" en Irán.
El ministro de Exteriores, Abbas Araqchi, ha señalado que Sharmahd "encabezó abiertamente y sin pudor un ataque terrorista contra una mezquita en la que murieron 14 personas inocentes, entre ellas mujeres y niños". "Más de 200 resultaron heridas; hay pruebas y están a disposición de todos", ha aseverado.
Así, ha recordado que tener "un pasaporte alemán, no proporciona impunidad, y mucho menos a un terrorista", según un mensaje difundido a través de su cuenta en la red social X, donde ha pedido a su homóloga alemana, Annalena Baerbock, que evite hacer al país "luz de gas". "Ya basta", ha añadido.
En este sentido, ha pedido al Gobierno alemán que deje de apoyar "a los asesinos de niños y terroristas que se escudan en consignas hipócritas de defensa de los Derechos Humanos". "No nos hemos olvidado de las armas químicas suministradas al régimen de Sadam (Husein) por ciudadanos alemanes", ha recalcado.
Araqchi ha acusado a Berlín de ser "cómplice del genocidio israelí que está en curso" dado que el país es el segundo proveedor de armas letales a Israel, que sigue adelante con su campaña genocida en Gaza y su carnicería en Líbano". "Mire a su alrededor, hasta su propio pueblo ridiculiza sus arrogantes reivindicaciones de defensa de los Derechos Humanos", ha dicho.
Previamente, el Gobierno de Alemania ha llamado a consultas a su embajador en Teherán, Markus Potzel, y también ha convocado al embajador de Irán en el país, Mahmud Farazandé, en señal de protesta por la ejecución de Sharmahd.
Sin embargo, Baerbock ha condenado la ejecución y ha recalcado que el disidente fue "secuestrado en Dubái y trasladado a la fuerza a Irán, donde ha permanecido encarcelado durante años sin que se celebrara un juicio justo en su contra". En este sentido, ha alertado de que la ejecución muestra que el poder en Irán recae sobre un "régimen inhumano que castiga a la gente, a su población y a los ciudadanos extranjeros, a los que aboca a la muerte".