La corrupción y la relación con Rusia siguen dificultando la gobernabilidad en Bulgaria

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Sofía, 28 oct (EFE).- Las séptimas elecciones parlamentarias celebradas en Bulgaria en los últimos tres años y medio han terminado como las seis anteriores: con un Parlamento fragmentado en el que la división entre partidos prorrusos y europeístas y las acusaciones cruzadas de corrupción dificultan, de nuevo, que se forme Gobierno.

En las elecciones del domingo el populista y conservador GERB ganó con el 26 % de los votos y 66 de los 240 diputados.

Este partido, liderado por el ex primer ministro del GERB, Boiko Borisov, ha dominado la política búlgara desde 2009 y ha ganado cinco de las últimas siete elecciones, pero ha tenido dificultades, e incluso fracasos, para formar gobiernos.

Borisov se ha mostrado dispuesto a negociar un acuerdo de gobierno con todos los partidos que estén dispuestos a seguir su programa, con excepción de 'Resurrección', una formación ultranacionalista y prorrusa que ha sido tercera, con 34 diputados.

En principio, el socio natural del GERB sería el europeísta PP-BD (segundo con 36 escaños), con los que han formado en el pasado coaliciones que se derrumbaron por desacuerdos en medidas anticorrupción, y por interés electoralista de los populistas.

En esa ocasión, los dos partidos sumarían 102 escaños y necesitarían uno o dos socios para formar una coalición estable que llegue a la mayoría parlamentaria de 121 diputados.

Por otro lado, los partidos prorrusos, que se oponen a apoyar a Ucrania en la guerra causada por Moscú y, en algunos casos, piden la salida de Bulgaria de la OTAN, suman 75 escaños.

"Las elecciones tenían que responder a la cuestión: ¿Seguirá Bulgaria siendo coherente en su elección de ser miembro de la UE y de la OTAN o flaqueará ante las ofertas de un acercamiento a Rusia?", resume el politólogo Dimitar Mitev uno de los ejes de estas elecciones.

Con todo, la posición europeísta de la mayoría de los búlgaros que, en principio, revela ese resultado electoral, tiene muchos matices.

Así, los estudios sociológicos muestran que el 85 % de los búlgaros no quiere migrantes, más del 70 % no quiere que se cierren las contaminantes plantas de carbón, por el miedo de que eso encarezca la electricidad, y más del 70 % está en contra de la ayuda militar a Ucrania, ha explicado el sociólogo Dimitar Ganev a la emisora Nova TV.

Entre esos dos bloques, irreconciliables en principio, aparecen otras formaciones bisagras cuya participación en un eventual Ejecutivo de coalición puede verse bloqueada por acusaciones cruzadas de corrupción y por rencillas personales.

Así, el europeísta PP-BD ha puesto como condición de su apoyo a Borisov impulsar leyes anticorrupción y que se vete cualquier participación en el Gobierno de Delyan Peevski -un oligarca sancionado por Estados Unidos y Reino Unido-, que controla los 28 diputados del DPS, el partido que tradicionalmente representaba a la minoría turca.

Peevski sostuvo con sus diputados, sin ser parte de él, al efímero Gobierno que el GERB y los europeístas formaron en la pasada legislatura.

Un socio alternativo, pero insuficiente para tener mayoría, sería la Alianza por Derechos y Libertades, una escisión del partido de Peevski que ha obtenido 18 diputados.

Más difícil sería que el partido antisistema Existe tal Pueblo (17 diputados) acepte gobernar con el GERB, al que acusa de corrupción estructural y de haber montado un sistema clientelar que beneficia a la élite económica.

Este partido surgió en 2021 como parte de una oleada de masivas protestas ciudadanas derivadas de escándalos de corrupción del GERB.

También se niega a cualquier colaboración con Peevski, lo que reduce aún más las opciones de sumar tres o cuatro partidos que reúnan una mayoría parlamentaria.

"Además de ser matemáticamente difícil, también lo será políticamente y se necesita un duro compromiso", ha resumido el sociólogo Parvan Simeonov, de la agencia demoscópica Gallup International Balkan.

Este experto advierte de que, tras siete elecciones desde 2021, al actual sistema de partidos se le está acabando el tiempo de demostrar que sirve a los intereses de los ciudadanos.

Bulgaria es uno de los países más pobres y corruptos de la Unión Europea y tiene retos importantes que requieren estabilidad política y un Gobierno fuerte, como la plena entrada en el espacio Schengen de libre circulación, o la entrada en la eurozona, que se viene rechazando desde hace años. EFE

(foto)

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