Antonio Hermosín Gandul
Tokio, 28 oct (EFE).- La sonada derrota del partido conservador gobernante de Japón y el auge de la principal fuerza progresista en los comicios de la víspera abren un incierto panorama político en el país asiático, en el que será necesaria una compleja coalición para gobernar.
El Partido Liberal Democrático (PLD) del primer ministro Shigeru Ishiba y su socio, el budista Komeito, vieron caer su representación desde los 288 escaños hasta los 215, insuficientes para seguir en el poder, mientras que el Partido Democrático Constitucional (PDC) de Yoshihiko Noda disparó su representación parlamentaria desde los 98 escaños hasta los 148. La mayoría la marcan los 233 asientos.
Estas son las principales claves de los resultados electorales en los comicios anticipados convocados por el PLD y del futuro político en el país.
El partido de Ishiba decidió convocar comicios anticipados tras cambiar su liderazgo a finales del mes pasado y un año antes de que acabara la actual legislatura.
Fue una apuesta del actual primer ministro para buscar el respaldo de las urnas y legitimar su nuevo Gobierno, y pese a ser una práctica habitual en política nipona ha tenido resultados devastadores para el PLD.
Ishiba ganó las primarias del partido conservador tras la renuncia de su predecesor, Fumio Kishida, quien dejó el mando del PLD y del Ejecutivo con objeto de asumir la responsabilidad por un escándalo de financiación irregular y promover una "renovación" de esta formación.
Los comicios han arrojado los peores resultados para el PLD desde que perdió el poder en 2009, cuando ganó las elecciones el extinto Partido Democrático en una legislatura que concluyó con un breve mandato del hoy líder opositor Noda (2011-2012).
La catástrofe electoral del PLD deja en la cuerda floja a Ishiba, quien afirmó que su meta para estos comicios era como mínimo mantener la mayoría de la coalición gobernante. El todavía primer ministro buscará ahora a posibles socios adicionales para poder permanecer en el poder, una tarea que se antoja a priori muy complicada.
Logre o no conformar un grupo para gobernar, los analistas señalan que el primer ministro podría estar ya sentenciado políticamente por su propia formación, donde su figura era ya discutida incluso antes de estos comicios, y apuntan a la posibilidad de que se convierta en el primer ministro más efímero del Japón de posguerra (asumió el cargo el pasado 1 de octubre).
El PLD ha gobernado Japón de forma casi ininterrumpida desde 1955, con las únicas excepciones de las legislaturas de 1993 a 1996 y la antes citada de 2009 a 2012.
Ante las numerosas posibilidades que surgen tras unos resultados tan poco definitorios, algunos expertos señalan que un Gobierno en minoría de la actual coalición PLD-Komeito parte como la opción más probable. El problema de esta vía es que podría ser derribada por mociones de censura de la oposición.
Ishiba ha tendido la mano a otras fuerzas para ampliar su coalición tradicional, para lo cual los principales candidatos serían la formación de centro-derecha Partido Democrático Popular (PDP) y el conservador Partido de la Innovación, tercera fuerza parlamentaria. Pero ambos partidos han descartado por ahora cualquier alianza con el PLD.
Bastante menos probable parece una gran coalición entre los dos principales partidos, el PLD y el PDC, por sus diferencias ideológicas y porque el auge del segundo se ha cimentado sobre sus críticas al primero.
La opción más remota sería una alianza "arcoíris" entre todas las formaciones opositoras, por las divergencias entre fuerzas que van desde la ideología comunista hasta el populismo conservador o el nacionalismo.
Los partidos cuentan con un plazo de 30 días tras los comicios para negociar y tratar de acordar una configuración que les permita gobernar, y con otros comicios a la Cámara Alta en el horizonte el próximo verano.
Un nuevo cambio de liderazgo en el PLD podría facilitar estas complejas tareas para un partido que afronta su peor momento en décadas mientras atraviesa una tormenta perfecta por la inflación y el estancamiento económico a nivel doméstico y la escalada de tensiones globales en el exterior. EFE
(foto)