Las fuerzas de seguridad turcas han destruido 157 posiciones del grupo armado del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) desde el comienzo esta semana de la ola de bombardeos en Irak y Siria que forman parte gran operación de represalia por el atentado del miércoles en Ankara, asumido por la organización, y que dejó cinco muertos y 22 heridos.
Los bombardeos han ocurrido entre el 23 y el 26 de octubre han alcanzado refugios y arsenales del PKK en el norte de Siria y de Irak, escenario desde hace años de una campaña de bombardeos turcos contra el grupo armado, con el que lleva décadas en guerra.
Organizaciones como el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos han denunciado que esta campaña de ataques se está cobrando un alto precio en la población civil. La organización, con sede en Londres y fuentes en el interior de Siria, eleva a 17 los civiles muertos y a 60 los heridos en estos ataques solo en este país.
Sin embargo, hay que decir que ataque del miércoles en Ankara se produjo en un momento de renovadas conversaciones entre el gobierno turco y el líder del PKK, Abdulá Ocalan, que lleva encarcelado en Turquía desde hace más de dos décadas.
El jueves, el sobrino de Ocalan, Omer, miembro del Parlamento turco, transmitió un mensaje del líder del PKK sugiriendo que estaba preparado para poner fin al violento conflicto que se ha desatado desde mediados de los años 1980.
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan y el líder del Partido del Movimiento Nacionalista, Devlet Bahceli, habían invitado anteriormente a Ocalan a dirigirse al Parlamento en el momento en que anunciara la disolución de la organización.