Isaac J. Martín
Anjar (Líbano), 27 oct (EFE).- En la pequeña población libanesa de Anjar, en la frontera oriental con Siria, han llegado más de 700 de desplazados por la guerra de Israel contra el Líbano. Pero a diferencia de muchos otros lugares, aquí sólo quieren que la nacionalidad de esos huidos sea una: libaneses.
En el colegio aledaño a una iglesia católica hay alrededor de 180 personas que conviven entre las aulas de este centro, adonde han tenido que huir procedentes de la región de Baalbek, en el este del Líbano, una de las zonas más castigadas desde el inicio de la ofensiva israelí el pasado 23 de septiembre.
"Aquí somos todos libaneses", repiten en coro un grupo de señoras que están acogidas en ese colegio, algo en lo que insisten algunos residentes a EFE al preguntar por si hospedarían a desplazados de otras nacionalidades, sobre todo siria y palestina.
"Todos los que están aquí son libaneses, hemos registrado a todos en Anjar, mayores, mujeres, niños...", confirma en una entrevista a EFE el alcalde del pueblo, Vartkes Hampartsoum Khoshian.
Anjar se encuentra a pocos kilómetros del paso de Masnaa, que conecta el Líbano con Siria, y el principal por donde más de 400.000 -según cifras de la ONU- han cruzado al país árabe huyendo de la guerra.
"Últimamente vimos que los sirios que vivían por aquí huyeron y pasaron el cruce. También algunos libaneses dejaron sus hogares y pasaron andando hacia el cruce porque el camino está cortado para los coches", afirma, en referencia al ataque de Israel de hace unas semanas que dejó un cráter inmenso en el camino.
En Anjar, que tiene una población estimada de 2.400 habitantes y casi todos armenios, el alcalde dice que no ha surgido ningún tipo de problemas hasta el momento por la guerra, que ha forzado a alrededor de 1,2 millones de personas a abandonar sus hogares.
Anjar, una comunidad en la que prácticamente sólo se habla armenio, en los últimos años ha buscado ser un centro turístico y alejarse de cualquier problema. De hecho, ese rechazo, sobre todo hacia los sirios, viene porque el Ejército sirio utilizó esta población como una de sus principales bases militares durante la guerra civil (1975-1990).
"Desde el primer momento, tomamos varias medidas. Preparamos camas, colchones y sábanas antes de que los ONG trajeran más ayudas", señala.
Asimismo, ante lo pequeña que es esta población, que también alberga las ruinas del asentamiento omeya de Anjar que están reconocidas por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, asevera que encontraron una casa inhabitable que han arreglado para que la gente pueda refugiarse, mientras que un vecino ofreció una casa grande que tenía para alojar a los desplazados.
El alcalde agrega que prácticamente todos los desplazados proceden de la región de Baalbek y son, en su mayoría, familiares de militares "de las zonas cercanas" de Anjar y "no del sur" del Líbano, de mayoría chií.
Uno de los temas candentes de las ciudades y pueblos libaneses es filtrar y saber quién es quién entre los desplazados que acogen.
El motivo es que Israel tiene como objetivo a gente desplazada, sobre todo procedente del sur. De hecho, ya ha atacado de forma "selectiva" poblaciones de mayoría cristiana en el norte del Líbano, alejadas de las operaciones militares, en la que también ha matado a civiles, entre ellos niños.
Uno de los desplazados en el colegio habilitado como refugio en Anjar, que pidió no ser identificado, afirmó a EFE que viene de Baalbek y que se vio forzado a dejar su hogar junto a su familia por "los ataques y la situación económica".
En el colegio, todo "va bien, el Ayuntamiento nos ayuda y la gente también. Nos dejan lavar la ropa y tenderla, intentamos manejar las cosas de forma temporal", indica en el centro, donde se vive un ambiente de hospitalidad en este rincón remoto del país de los cedros.
"El tiempo cambia para todos, para todo el mundo. La gente todavía sigue asustada y cansada, y sólo aspiran a encontrar casa con un alquiler adecuado. Espero que cada uno regrese a su casa en paz, solo esto", zanja. EFE
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