Susana Samhan
Amadora (Portugal), 27 oct (EFE).- El funeral por el caboverdiano Odair Moniz, fallecido por disparos de un policía, se celebró este domingo en Amadora, en las afueras de Lisboa, donde las escenas de dolor se mezclaron con la indignación de los vecinos, que al mismo tiempo quieren el fin de los disturbios.
Las exequias se desarrollaron en medio de una discretísima presencia policial en la iglesia Nuestra Señora Madre de Dios de la Buraca, donde decenas de familiares, amigos y vecinos de Moniz, que tenía 43 años, se congregaron para darle el último adiós.
A unos metros, en el otro lado de la calle, los periodistas seguían las entradas y salidas del templo, mientras que algún que otro residente del barrio les increpaba.
Tras media hora de ceremonia, el cortejo fúnebre abandonaba la iglesia para dirigirse al cementerio de Amadora, donde Moniz fue enterrado.
El caboverdiano murió por disparos de un agente la madrugada del lunes durante una persecución policial en su barrio Zambujal, en Amadora. Según la versión de las autoridades, el hombre se resistió a ser detenido y el efectivo de seguridad abrió fuego contra él.
Su fallecimiento ha desencadenado una ola de disturbios esta semana en la capital portuguesa y su extrarradio, con la quema de autobuses y contenedores y papeleras de basura. Un total de 22 personas han sido arrestadas por la policía por esos altercados.
Maria Filomena, una migrante caboverdiana de 70 años, que lleva 13 en Portugal, preguntaba este domingo a su compatriota José, que lleva 27 años en este país, si había sido ya el entierro de Moniz, mientras esperaba el autobús no muy lejos de la iglesia.
"Ha sido hace media hora, es muy triste", le decía José, quien poco después señaló en declaraciones a EFE que conoce a la familia de Moniz y que el fallecido vivía en una casa que se había comprado unas calles más arriba.
"Este es un barrio de clase trabajadora", indicó José, al tiempo que Maria Filomena asintió y subrayó: "Venimos aquí a trabajar".
Ambos no creen que se trate de un caso de racismo, "tiene que ver con el respeto", subrayó José, quien, junto a la jubilada, se mostró en contra de los disturbios de esta semana y opinó que "tienen que parar".
No muy lejos de allí, en otra calle de esta zona de casa humildes de cuatro plantas, pasan dos senegaleses, que admitieron a EFE no saber nada de lo que ha sucedido.
Quien sí que ha seguido de cerca los sucesos de los últimos días es João, otro migrante de Cabo Verde, que este domingo se encontraba en Zambujal para visitar a un amigo. Él reside en Portela, en Carnaxide, en las afueras de Lisboa, donde afirmó que allí también se han registrado altercados como la quema de contenedores de basura.
"Es muy triste", reflexionó a EFE João, para quien la policía no debería poner a patrullar a agentes tan jóvenes como el que mató a Moniz, que es un ventiañero, porque debería tener efectivos "más veteranos".
Este hombre rechazó que se trate de un incidente racista, aunque reconoció que no sabría explicar el motivo de lo ocurrido.
A la salida de un supermercado, Jorge Luis, de Cabo Verde, camina con un amigo y aseguró a EFE que más que ira el sentimiento en el barrio es de tristeza.
"No sé cuál fue la razón de lo que pasó, no sé si fue un incidente racista, pero los disturbios tienen que parar", apuntó.
Algunos vecinos siguieron el paso del cortejo fúnebre desde las ventanas de sus casas. Poco después de que el vehículo con el ataúd de Moniz desapareciera, pasó un coche a toda velocidad, cuyo conductor gritó "¡Chega!", el nombre del partido de ultraderecha luso, cuyo líder, André Ventura, defendió esta semana que el agente que disparó al fallecido debería ser condecorado.
Miles de personas salieron el sábado por el centro de Lisboa para rechazar el racismo y la violencia policial, en una marcha que transcurrió en paralelo a otra de Chega para expresar su apoyo a la policía, aunque finalmente no se cruzaron. EFE
(foto)