La ciudad libanesa de Tiro en tiempos de guerra, rutinas rotas y calles vacías

Tiro enfrenta una crisis humanitaria, con bombardeos israelíes y desplazamientos masivos, mientras los residentes luchan por sobrevivir en un entorno desolado y lleno de incertidumbre

Guardar

Noemí Jabois

Tiro (Líbano), 26 oct (EFE).- La ciudad libanesa de Tiro no recuerda haber estado así antes, sus calles prácticamente vacías, las rutinas rotas y los residentes que se han quedado viendo pasar los días mientras resuenan en la distancia los bombardeos israelíes contra otras áreas meridionales.

En su otrora efervescente paseo marítimo, todas las cafeterías y restaurantes están cerrados, algunos escombros de un bombardeo antiguo aún por retirar. En su muelle de pescadores, algunos hombres del mar como Hussain Sikmani matan el tiempo sentados, al no poder salir a faenar.

"Fui el único niño que en 1978 quedó bajo los escombros en Tiro, el único niño. ¿Ves ese edificio? Al lado de él, durante la anterior invasión israelí en 1978, me quedé bajo los escombros", dice el pescador a EFE, señalando a un inmueble al otro lado de la calle.

"Tenía siete años, aquel año (el clérigo chií) Sayeed Musa fue secuestrado y hubo mucho conflicto con bombardeos intensos, pero los nuevos equipos que se están usando ahora, es la primera vez. El misil es lanzado e incluso antes de que lo puedas oír, tendrás el edificio arrasado", comenta.

Para Hussain, de 54 años, esta no es la primera guerra, pero sí la más "dura" que han sufrido.

Su padre era marinero, su abuelo fue marinero y su hijo, que hoy está con él en el muelle, es marinero. Sin embargo, ni Hussein ni su hijo pueden salir a la mar porque el conflicto les ha robado el sustento, como a la mayoría de los vecinos del sur del Líbano.

"Esta es la situación más dura que hemos atravesado, nuestras familias se han visto desplazadas a Beirut y a Trípoli (norte) y por todo el Líbano. Quizás tienen 1.000 dólares, pueden pagar un alquiler por 500 o 600 dólares y les quedarán otros 500", lamenta.

"Cuando se gasten esos 500 después de 20 o 25 días, cogerán una bandeja y empezarán a mendigar ayuda a la gente o para que alguien les dé de comer. La gente del sur no está acostumbrada a pedir ayuda a otros", destacó sobre una situación que afecta a muchos de los 1,2 millones de desplazados del país.

Él mismo pasa los días de su barco al puesto de café y del puesto de café a su barco. "No podemos hacer nada más que eso", sentencia, al explicar que en medio de todo esto comen lo que "Dios" le da cada día.

El miércoles, Israel lanzó su primera orden de evacuación a gran escala para Tiro, avisando de que iba a atacar varios puntos de la urbe, donde todavía residen varios miles de personas. Unas horas más tarde, sus cazas los bombardearon, derrumbando varios edificios.

Esta mañana, una bomba cayó en esta ciudad con varios milenios de historia, una de las primeras pobladas del mundo, e impactó no muy lejos de unas de sus ruinas patrimonio de la humanidad por la Unesco.

"El ambiente es aterrador, nos dejaron inquietos, pero Dios está con la gente paciente", dice Hussein.

Su nuera Zahraa Skaiki no recuerda haber visto jamás la ciudad así, ni siquiera durante la guerra de 2006 con Israel.

"Es verdad que era una niña, tenía unos 8 años, pero no era como ahora, nadie diría nunca que lo era. Esta es la primera vez que comienza una guerra como esta y es muy duro para la gente, porque las cosas son muy inciertas", explica a EFE.

En el muelle, junto a su suegro y su marido, la joven reconoce que los primeros días de la ofensiva iniciada hace un mes por Israel fueron "aterradores" y que no había un solo negocio abierto en Tiro.

Pasados diez días, algunos ultramarinos y tiendas empezaron a trabajar después de que sus dueños regresaran a la localidad, donde Zahraa aún encuentra a la venta latas o vegetales, pero nada de carne disponible.

La carretera que lleva a Tiro está mayormente desierta, salpicada de devastación y, en un punto, incluso obstruida por un vehículo aparentemente alcanzado por un bombardeo selectivo que quedó abandonado en medio del asfalto.

La joven afirma sentirse bien aquí incluso "en tiempos de guerra", subrayando que si bien la mayoría de los residentes se han ido, son infelices lejos de su tierra.

O, en palabras de Hussain: "Nosotros, la gente de Tiro, somos como los peces (en el mar), no podemos salir de la ciudad de Tiro. Moriríamos si nos fuéramos, igual que los peces". EFE

(foto)(vídeo)

Guardar