La gran duda del tenista, ¿la gloria o la bolsa?

La tensión entre el campeonato y las exhibiciones crece entre tenistas como Ugo Humbert y Daniil Medvedev, quienes discuten el impacto de las decisiones de la ATP en su carrera y salud financiera

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Manuel Sánchez Gómez

Londres, 23 oct (EFE).- El francés Ugo Humbert, número 16 del ránking, explotó la semana pasada y tachó de "mierda" algunas de las decisiones que ha tomado la ATP en tiempos recientes en cuanto al calendario, sobre todo en lo relativo a los Masters 1.000 que ahora duran dos semanas. El problema de las palabras del galo, que algunos seguramente compartirán, es que lo hizo desde una de las exhibiciones que organiza Patrick Mouratoglou, antiguo entrenador de Serena Williams, con el principal aliciente de embolsarse unos cuantos miles de euros.

Este es uno de los grandes interrogantes del tenista moderno, ir a por la gloria o a por la bolsa. Buscar las victorias en los muchas veces poco rentables torneos ATP, sobre todo aquellos de categoría 250, o irse a las jugosas exhibiciones, ya sea la Laver Cup, el Six Kings Slam o el UTS, y embolsarse un premio mucho mayor sin, además, la presión de la gran competición.

Daniil Medvedev, ganador de un Grand Slam, además de saber lo que es ser número uno y haber generado, solo en premios, 43 millones de dólares (40 millones de euros) en su carrera, se llevó 1,5 millones de dólares por el terrible partido que perdió ante Jannik Sinner (6-0, 6-3) en la reciente exhibición de Arabia Saudí que reunió a los mejores del mundo. El ruso se embolsó esta desorbitada cantidad por los 69 minutos que jugó contra el italiano. Ganó 20.000 dólares por minuto jugado y 300 dólares por segundo en pista.

Al día siguiente confirmó su baja en el torneo de Viena, de categoría 500, el cual ya ganó en 2022 y cuyo premio final, por ganar cinco partidos, es de 480.000 dólares.

Es significativo que ni Sinner, ni Carlos Alcaraz, ni Novak Djokovic, ni Medvedev, todos participantes en la exhibición saudí, hayan jugado en alguno de los ATP 500 que se disputan esta semana (Viena o Basilea), tras la 'pachanga' de Riad. Aunque deportivamente su interés fuera relativo, más allá de poder volver a ver los últimos Nadal-Alcaraz y Nadal-Djokovic, el premio ofrecido, los 6 millones que se llevó Sinner, son el mayor bote en la historia del tenis, por encima de los 4,8 millones que ofertan las Finales ATP a su campeón invicto y doblando lo que puede ofrecer cualquier Grand Slam a su vencedor.

No sorprende, por lo tanto, que Djokovic apareciera en Riad y días después anunciara su baja en el Masters 1.000 de París-Bercy, donde el ganador aspira a "solo" 900.000 dólares. Minucias para el serbio que en su carrera ha amasado solo en premios 185 millones de dólares, más que nadie en toda la historia.

"Nos están matando de alguna manera", exclamó hace semanas Carlos Alcaraz desde la Laver Cup, otro torneo de exhibición, el tercero de su calendario 2024 tras el Grand Slam de Netflix en Las Vegas y el de Arabia Saudí, donde ya había jugado en diciembre pasado junto a Djokovic.

"Ahora mismo muchos jugadores se están perdiendo torneos por culpa de las lesiones. Hay muchos torneos obligatorios", añadió el murciano.

Lo cierto es que los tenistas, por mucho que actúen como autónomos, sí que tienen que jugar una serie de torneos de forma obligatoria cada año. Son de obligada disputa ocho Masters 1.000, es decir, todos menos Montecarlo, los cuatro Grand Slams y al menos cuatro ATP 500, con el objetivo de atraer audiencias y público. Esto es así para todos los top 30, a excepción de los tenistas de cierta edad, como es el caso de Djokovic, que pueden saltarse los eventos que así deseen.

La ATP tiene que lidiar con una doble vertiente: por un lado, paliar el cansancio y la sobrecarga de los tenistas y por otro ofrecer más oportunidades y premios a los tenistas de ránking bajo.

Ante esto, decidió aumentar la extensión de los Masters 1.000, de una a dos semanas, con un cuadro más grande, de 96 tenistas, pero con más partidos que jugar y también más gastos, en cuanto a transporte, manutención, estancia y pago a entrenadores y fisioterapeutas.

"Nunca van en la misma dirección que los jugadores", explicó Humbert. "Lo siento pero creo que la mayor mierda ha sido hacer los Masters 1.000 de dos semanas. Es demasiado cansado. Nos dicen que ganaremos más dinero, pero no es verdad. Tenemos el doble de gastos y también hay más jugadores que se lesionan. Creo que ni en términos de seguirlo por la tele merece la pena, si no sabes ni quién juega. Es todo una cuestión de dinero, pero no es lo único que importa".

Humbert dio estas declaraciones durante la disputa del circuito UTS, organizado por Mouratoglou y el empresario Alex Popyrin, padre del tenista Alexei, y que tiene cuatro paradas este año, en Oslo, Nueva York, Fráncfort y Londres. El bote de premios (a repartir entre los participantes) oscila entre el millón en Fráncfort y los más de dos millones en el evento final de Londres.

Holger Rune, Casper Ruud, Gael Monfils, Stefanos Tsitsipas, Frances Tiafoe y Alex de Miñaur son algunos de los participantes.

"El calendario es muy largo, obviamente, pero los jugadores podemos elegir qué jugar y qué no", sopesó Sinner. "Hay algunos torneos obligatorios, sí, pero puedes elegir. No tienes por qué jugar todos los torneos".

Por esta vía han optado, por ejemplo, Caroline Garcia, que necesitaba cuidar su salud mental y acabó la temporada en septiembre, e Iga Swiatek, que no juega desde el US Open, pero no está exenta de consecuencias. La polaca, por ejemplo, ha perdido el número uno del mundo al no haber jugado suficientes torneos este año, mientras que la francesa está ya fuera de las cuarenta mejores y seguirá cayendo hasta, como mínimo enero. Además, el tenis, sin contar aquellos que tienen patrocinios fuera de las pistas, es un deporte muy simple: si no juegas, no cobras.

Y esto en el tenis de más alto nivel, porque si se baja en el ránking, los más modestos están obligados a jugar más torneos, para no perder puntos y para subsistir económicamente, llegando en muchos casos a jugar lesionados.

En el libro de reglas de la ATP está recogido que si un tenista está jugando un torneo y tiene otro programado la semana siguiente, en caso de lesionarse tendrá que acudir al segundo torneo a ser tratado por el médico del mismo -para que confirme la lesión- o enfrentarse a una multa económica. Solo se librará de este, en muchas ocasiones, innecesario viaje, si la retirada o lesión se produce más allá de las 10 de la mañana (hora de Estados Unidos) del viernes en que se dispute el primer torneo.

La semana pasada, el argentino Ugo Carabelli se retiró en el último punto de un partido en el Challenger de Campiñas (Brasil) y una de las posibles explicaciones es que lo hiciera para evitar viajar a Curitiba y que le tuviera que examinar un médico allí. Un gasto en aviones y alojamiento innecesario al estar lesionado.

El calendario es estresante y no beneficia ni el cambio de pelotas ni el de superficie, por lo que los tenistas cada vez optan más por las exhibiciones, con menos presión y mejores premios, en un movimiento que comienza a recordar al que hizo el circuito LIV, promovido por Arabia Saudí, con el golf. EFE

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