David Álvarez
Salt (España), 25 oct (EFE).- El franco-uruguayo Sergio Blanco perdió a su madre en 2022, pero se conjuró para recuperarla a través del teatro y de esa invocación salió 'Tierra', una pieza de autoficción que acaba de estrenar en Cataluña al abrigo del festival Temporada Alta de Girona (noreste).
Blanco llega a explicar en la obra que, durante el proceso de escritura, sintió la presencia de su madre, aunque también advierte en varias ocasiones a través del actor que lo encarna, Sebastián Serantes, que poca veracidad se puede dar a todo lo que sucede sobre el escenario.
Serantes, junto al resto de intérpretes, Soledad Frugone, Tomás Piñeiro y una inmensa Andrea Davidovics, representan las entrevistas que el hijo de la fallecida Liliana Ayestarán hizo a tres personas que fueron alumnos de ella.
Entre los cuatro afrontan el reto de acercar al mundo de los vivos a Ayestarán, la verdadera protagonista de la pieza, de ejercer como una especie de médiums que permiten dialogar el más allá.
La autoficción es quizá el género literario más de moda, también el fuerte de Sergio Blanco, que planea sobre esta 'Tierra' con la que propone al espectador que comparta su duelo.
La muerte es un tema habitual en las obras de Blanco, pero esta vez el dolor en primera persona le lleva a buscar una manera de reencontrarse con los que han dejado este mundo.
El franco-uruguayo dialoga con el espectador al obligarlo a ponerse en una situación tan incómoda y a la vez tan humana como la de pasar por una pérdida de alguien muy querido.
Por ese trance han pasado los tres alumnos de Lialiana Ayestarán, desde la que busca a su padre desaparecido durante la dictadura militar hasta un Caín contemporáneo o una madre que perdió a su hijo en un siniestro automovilístico.
Los tres y Blanco comparten el recuerdo del paso de Ayestarán por sus vidas, todo salpicado con anécdotas simpáticas que contribuyen al deshielo de la tensión.
La música se convierte por momentos en un quinto personaje que aporta los matices a todo lo que sucede en escena, una reproducción de la pista de baloncesto del instituto donde la invocada impartía clases, a través de canciones de Julio Iglesias o Leonard Cohen, pero también de la muy contemporánea Billie Elish.
Se toca así todo el abanico posible para que ningún espectador se quede atrás como tampoco ninguno se puede sentir ajeno a esa conversación con una muerte próxima y a las emociones vinculadas a ella.
Imágenes captadas por dos cámaras y audiovisuales sobre una gran pantalla al fondo contribuyen también a que nadie escape a esa sensación de compartir un destino común e irremediable y a la pulsión por llevar a cabo alguna especie de rito colectivo que los actores arrancan a golpe de instrumentos musicales y canto.
La bondad de Ayestarán es la que se impone en la obra y la ovación final del público del Temporada Alta ha servido para reconocer la capacidad de desnudar sus sentimientos de un director reconocido con premio como el Nacional de Dramaturgia de Uruguay, el Casa de las Américas o el Theater Awards en Grecia al Mejor Texto.
Algunos de sus títulos conocidos son 'Tebas Land y 'La ira de Narciso', ambas galardonadas con el Off West End en Londres, así como 'Slaughter', 'Barbarie', 'Kassandra', 'El salto de Darwin', 'Ostia', 'El bramido de Düsseldorf', 'Cuando pases sobre mi tumba', 'Tráfico' y 'Confesiones'.
El franco-uruguayo se ha convertido también en protagonista de festivales en todo el mundo y, este viernes, se ha reencontrado con uno de los que cuenta habitualmente con su presencia, el Temporada Alta, que apuesta hace años por autores latinoamericanos a los que ofrece ciclo propio dentro de la programación.
En 'Tierra', Sergio Blanco hace una defensa a ultranza del arte como arma frente a la condena a convivir con la muerte hasta encontrarse con ella y del teatro como elemento capaz de vehicular esa catarsis. EFE
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