Vladislav Punchev
Sofía, 25 oct (EFE).- Bulgaria celebra este domingo sus séptimas elecciones generales desde abril de 2021, con la previsión de una enorme abstención y de que el resultado arroje de nuevo un Parlamento fragmentado en partidos que se niegan a pactar, lo que causa un creciente hartazgo popular.
Tres elecciones generales en 2021, dos más en 2022 y 2023, y otras dos, contando las de este domingo, en lo que va de 2024.
Ese es el inusual calendario electoral que arrastra el país más pobre de la Unión Europea (UE) y uno de los más corruptos, que ha pospuesto varias veces su entrada en la eurozona y que este año sólo ha sido admitido parcialmente en el espacio Schengen de libre circulación comunitaria.
Las encuestas auguran que el populista y conservador GERB gane de nuevo las elecciones, con hasta el 25 % de los votos, liderado por el ex primer ministro Boiko Borisov, un antiguo guardaespaldas y bombero que domina la política del país desde 2009.
Y, de nuevo, todo apunta a que esa victoria no sea suficiente para reunir los apoyos que necesitará de las otras seis formaciones que entrarían, según los sondeos, en el Parlamento para formar una coalición de Gobierno estable.
El hartazgo ciudadano ante la parálisis política ha causado que la participación haya caído desde un preocupante 50,6 % en abril de 2021 a un alarmante 34 % el pasado junio. Los analistas esperan que el domingo roce incluso el 30 %.
Tras el GERB, los sondeos sitúan como segunda a la alianza europeísta y reformista PP-BD (10-12 %). Luego vendría Resurrección (11 %), una formación ultranacionalista y prorrusa, que propone la salida de Bulgaria de la OTAN y que termine la ayuda militar a Ucrania para defenderse de la invasión de Rusia.
Cuarto sería el Partido Socialista, heredero del antiguo partido único durante la dictadura comunista (1946-1989), y con vínculos con Moscú, con el 8 % de los votos.
También entrarían al Parlamento el DPS (5-6 %), tradicionalmente el partido de la minoría turca, y el APS (8-9 %), una escisión provocada por conflictos internos entre dos de los líderes de la formación, que en el pasado fue clave para formar gobiernos.
El partido populista y antisistema ITN lograría también colarse en el Parlamento con apenas el 4 %, muy lejos del 21 % obtenido en las elecciones de junio de 2021.
Las opciones de coalición son escasas ante una sucesión de vetos cruzados. Los europeístas se niegan a pactar con ninguna de las formaciones prorrusas o con el DPS, al que acusan de corrupto.
Tampoco quiere pactar de nuevo con el GERB, ya que esos acuerdos en el pasado con una formación marcada por la corrupción le ha costado cientos de miles de votantes.
Los prorrusos, a su vez, vetan a los europeístas. Y todos se niegan a una coalición con el GERB, pese a que será la llave de cualquier gobierno gracias a los 70 diputados, de un total de 240, que le auguran las encuestas.
Tras años dirigiendo la política búlgara, Borisov (primer ministro en tres ocasiones) es visto como un político al servicio de los oligarcas y del crimen organizado, y ha sido objeto de oleadas de protestas ciudadanas, la última hace cuatro años.
"Por el momento no existe una gran alternativa al 'status quo' y a estos partidos que nos han gobernado en los últimos años. Pero estamos detectando una creciente apatía y distanciamiento del proceso electoral", advierte el politólogo Dimitar Ganev.
Mientras, los datos oficiales señalan que el 32 % de los búlgaros está en riesgo de pobreza y que otro 20 % vive con menos de 317 euros al mes, es decir por debajo de ese umbral.
"Después de estos tres años y medio, y tras la séptima campaña electoral, decir a las personas que es muy importante votar para apoyar una esperanza para el futuro, sin que luego suceda nada, crea un abismo muy grave entre los políticos y los ciudadanos", advirtió recientemente la politóloga Tatyana Burudzhieva a la emisora BNR.
"Está experta afirma que los partidos ya pueden sorprender con nada a unos electores búlgaros "hartos de votar". EFE
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