Lisboa, 24 oct (EFE).- La recién aprobada red de áreas marinas protegidas del archipiélago portugués de las Azores, que constituye la mayor del Atlántico Norte, fue presentada este jueves en Lisboa, donde sus artífices manifestaron su voluntad de que no se quede en un mero "mapa con líneas".
El asesor de la Presidencia del Gobierno de las Azores encargado de la cartera de Mar y Pesca, Luis Bernardo Brito e Abreu, dijo en una rueda de prensa en el Oceanográfico de la capital lusa que se va a crear un encuadramiento jurídico para su ejecución con plazos y metas específicos y una estrategia de gestión para su financiación.
Respecto a los tiempos, Brito e Abreu detalló que una vez que la legislación aprobada el viernes pasado por el Parlamento de las Azores sea publicada en el boletín oficial habrá un plazo de nueve meses para iniciar la puesta en marcha de la red.
Dos años después de la publicación, los planes de gestión y de ordenamiento del territorio deberían estar concluidos, para que en el año siguiente se integren a la red las minas costeras y oceánicas.
Brito e Abreu subrayó que esperan que el proyecto sea una realidad en 2030, a través del cumplimiento "riguroso" de los tiempos.
La red protegerá el 30 % de las aguas que rodean el archipiélago y cubrirá 287.000 kilómetros cuadrados, de los que la mitad estarán completamente amparados, con todas las actividades "extractivas o destructivas" vedadas. La otra mitad serán zonas de protección elevada.
El responsable de Azores indicó que a lo largo de este proceso para sacar adelante la legislación han tenido 143 reuniones con distintos sectores, de las que 27 han sido con el pesquero.
Admitió que "nunca se consiguen decisiones unánimes", pero destacó que dos tercios del proyecto marino ha sido propuesto por el sector de pesca.
En ese sentido, el Gobierno azoriano va a aplicar un plan de reestructuración de la pesca y va a compensar las "pérdidas potenciales", aunque no ofreció cifras.
Por su parte, Emanuel Gonçalves, científico jefe de la Fundación Océano Azul, dijo en la misma comparecencia ante los medios que en este proyecto hay tres aspectos a destacar: la ciencia, las colaboraciones y el liderazgo.
Respecto al primero, afirmó que la región autónoma lusa ha partido de las proyecciones y el conocimiento científico para iniciar este proceso, en el que se han adoptado "estándares internacionales".
"Las áreas marítimas en las que no se aplican estándares son áreas de papel, no hay acción, no hay planes de acción, no hay vigilancia ni monitorización, no hay beneficios", detalló.
Gonçalves apuntó que los estándares son "muy importantes desde el punto de vista científico" porque este tipo de redes de conservación fracasan cuando los Gobiernos no ofrecen las herramientas necesarias para que funcionen.
Sobre las colaboraciones, llamó la atención sobre el hecho de que en este proceso el Ejecutivo de Azores ha entablado "diálogos difíciles" de mantener, se ha sentado con los pescadores y otras partes afectadas.
El tercer aspecto que mencionó fue "el liderazgo", porque "hay que cumplir lo que se dice". También señaló que la mayor parte de las veces se ven las áreas protegidas como un coste por lo que hay que trabajar para "revertir esa percepción".
En este punto remarcó la importancia de los regímenes de compensación y de los procesos de reestructuración con "compromisos financieros".
El administrador ejecutivo de la Fundación Océano Azul, Tiago Pitta e Cunha, aseguró, por su parte, que esta área protegida no solo es especial por su dimensión sino también por la geografía en la que se inserta, ya que en el Atlántico hay otras zonas similares pero son periféricas y no hay actividad pesquera, ni cables subacuáticos ni transporte marítimo.
"Las Azores son un pívot territorial entre el norte de Europa y América del Norte", apuntó.
La red permitirá la creación de un santuario para especies migratorias, corales y ecosistemas únicos de fuentes hidrotermales y va en línea con las metas de la ONU y la Unión Europea, que establecen como objetivo llegar al 30 % de áreas marinas protegidas en 2030. EFE