El Papa Francisco invita en su cuarta Encíclica 'Dilexit nos' (Él nos ha amado) a renovar la devoción al Corazón de Jesucristo en un mundo donde se suceden nuevas guerras "con la complicidad, tolerancia o indiferencia de otros países" y donde "todo se compra y se paga" en medio de un "engranaje perverso" en el que "falta corazón".
"Viendo cómo se suceden nuevas guerras, con la complicidad, tolerancia o indiferencia de otros países, o con meras luchas de poder en torno a intereses parciales, podemos pensar que la sociedad mundial está perdiendo el corazón", alerta el Pontífice en el documento, publicado este jueves.
Con este texto pontificio, que llega después de 'Fratelli tutti', publicada el 3 de octubre de 2020, 'Laudato si', el 24 de mayo de 2015 y 'Lumen Fidei', en junio del 2013, el Papa, que en diciembre cumplirá 88 años, ofrece su receta para un "mundo líquido".
Así, el Papa reza para que el mundo "que sobrevive entre las guerras, los desequilibrios socioeconómicos, el consumismo y el uso antihumano de la tecnología, pueda recuperar lo más importante y necesario: el corazón".
En concreto, Bergoglio lamenta que las personas se hayan convertido en "consumidores seriales que viven al día y dominados por los ritmos y ruidos de la tecnología" y sin mucha "paciencia para hacer los procesos que la interioridad requiere". "Falta corazón", lamenta.
Para Francisco, el amor de Cristo está fuera de ese "engranaje perverso" que solo urge a "acumular, consumir y distraer" a las personas, presas "de un sistema degradante" que no permite mirar más allá de las "necesidades inmediatas y mezquinas".
Igualmente, advierte de que "ningún algoritmo podrá albergar" los recuerdos guardados en el corazón como, por ejemplo, "el tenedor para sellar los bordes de esas empanadillas caseras" que se hacen de niños "con las madres o abuelas".
ESTRUCTURAS CADUCAS EN LA IGLESIA
En este nuevo documento pontificio, el Papa también advierte a la Iglesia de no reemplazar el amor de Cristo "con estructuras caducas, obsesiones de otros tiempos, adoración de la propia mentalidad, fanatismos de todo tipo que terminan ocupando el lugar de ese amor gratuito de Dios que libera".
El nuevo texto pontificio, de 144 páginas en su versión en español, está dividido en cinco capítulos y se enmarca en el 350 aniversario de la primera manifestación del Sagrado Corazón de Jesús a Santa Margarita María Alacoque en 1673, que se clausurará el 27 de junio de 2025.
El Papa reivindica en esta encíclica la devoción al Corazón de Jesús tras lamentar que el cristianismo haya olvidado a menudo "la ternura de la fe, la alegría de la entrega al servicio, el fervor de la misión de persona a persona" mientras se ven multiplicarse "diversas formas de religiosidad sin referencia a una relación personal con un Dios de amor".
En el primer capítulo, dedicado a 'La importancia del corazón', Francisco condena que la sociedad mundial "esté perdiendo el corazón" ya que se suceden nuevas guerras, con la "complicidad, tolerancia o indiferencia" de otros países.
"Bastaría mirar y oír a las ancianas --de las distintas partes en pugna-- cautivas de estos conflictos devastadores. Es desgarrador verlas llorando a sus nietos asesinados, o escucharlas desear la propia muerte porque se han quedado sin la casa donde han vivido siempre", lamenta, al tiempo que precisa que "el recurso de decir que la culpa es de otros no resuelve este drama vergonzoso".
En el segundo capítulo, bajo el título 'Gestos y palabras de amor de Cristo', el Papa asegura que a Jesús "no le dejaban indiferente las preocupaciones y angustias comunes de las personas, como el cansancio o el hambre" y asegura que hablar de los sentimientos de Jesús no es un ejercicio de "mero romanticismo religioso", sino que encuentra su máxima expresión en Cristo clavado en una cruz.
En el tercer capítulo, 'Este es el corazón que tanto amó', el Papa habla de cómo ha reflexionado la Iglesia sobre el santo del Corazón del Señor y cita varios documentos magisteriales como la encíclica 'Haurietis aquas', de Pío XII, que ya reflexionó sobre la devoción al Sagrado Corazón de Jesús en 1956 y aclara que la devoción al Corazón de Cristo "no es la adoración de un órgano separado de la persona de Jesús".
Cita también a Benedicto XVI para decir que el corazón de Jesús contiene un "triple amor": el amor sensible de su corazón físico y su doble amor espiritual, el humano y el divino en el que se encuentra "lo infinito en lo finito"; y añade que las visiones de algunos santos "son bellos estímulos que pueden motivar y hacer mucho bien", pero advierte de que "no son algo que los creyentes estén obligados a creer como si fueran la Palabra de Dios". Así, también recuerda las palabras de Pío XII cuando decía que no se puede decir que este culto "deba su origen a revelaciones privadas".
En todo caso, Francisco dice que es necesario volver a la "síntesis encarnada del Evangelio" frente a "comunidades y pastores centrados sólo en actividades externas, reformas estructurales desprovistas de Evangelio, organizaciones obsesivas, proyectos mundanos, pensamiento secularizado, en diversas propuestas presentadas como exigencias que a veces se pretende imponer a todos".
En los dos últimos capítulos, 'Amor que da de beber' y 'Amor por amor', Francisco destaca los dos aspectos que la devoción al Sagrado Corazón debe mantener unidos: la experiencia espiritual personal y el compromiso comunitario y misionero.
El Pontífice señala que varios Padres de la Iglesia mencionaron "la llaga del costado de Jesús como fuente del agua del Espíritu", sobre todo san Agustín, que "abrió el camino a la devoción al Sagrado Corazón como lugar de encuentro personal con el Señor" y enumera varias santas mujeres que "contaron experiencias de su encuentro con Cristo".
Hablando de la "devoción de consolación", explica que ante los signos de la Pasión conservados por el Corazón del Resucitado, es inevitable "que el creyente desee responder" también "al dolor que Cristo aceptó soportar por tanto amor" y pide "que nadie se burle de las expresiones de fervor creyente del pueblo fiel de Dios, que en su piedad popular busca consolar a Cristo".
"Invito a cada uno a preguntarse si no hay más racionalidad, más verdad y más sabiduría en ciertas manifestaciones de ese amor que busca consolar al Señor que en los fríos, distantes, calculados y mínimos actos de amor de los que somos capaces aquellos que pretendemos poseer una fe más reflexiva, cultivada y madura", añade.
Para el Papa, la compunción del corazón creyente "no es un sentimiento de culpa que tumba por tierra, no es el escrúpulo que paraliza, sino que es un aguijón benéfico" que acoge la acción del Espíritu Santo.
ALIENACIÓN SOCIAL
En el quinto y último capítulo, Francisco profundiza en la dimensión comunitaria, social y misionera tras condenar la "mentalidad dominante que considera normal o racional lo que no es más que egoísmo e indiferencia".
El Papa habla de "alienación social" porque en sus formas de "organización social, de producción y de consumo", se hace más difícil la realización de "esta donación y la formación de esta solidaridad interhumana".
"No es sólo una norma moral lo que nos mueve a resistir ante estas estructuras sociales alienadas, desnudarlas y propiciar un dinamismo social que restaure y construya el bien, sino que es la misma conversión del corazón la que impone la obligación", señala.
También cita a san Juan Pablo II que dejó claro que "la consagración al Corazón de Cristo debe asimilarse en "la acción misionera de la Iglesia misma" y llama a evitar el gran riesgo, subrayado por san Pablo VI, de que en la misión "se digan muchas cosas y se hagan muchas cosas, pero no se pueda provocar el feliz encuentro con el amor de Cristo".