La intensidad y recurrencia de las sequías afectan "muy negativamente" a la fisiología del arbolado, según concluye un estudio del Instituto de Ciencias Forestales del Centro Nacional INIA-CSIC (ICIFOR-INIA-CSIC), dependiente del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades (MICIU).
Los resultados, publicados en la revista 'Physiologia Plantarum', determinan que el impacto de los periodos secos asociados al cambio climático sobre la salud del arbolado, podría derivar en un aumento de la mortandad y decaimiento de los bosques ibéricos.
Los investigadores del Instituto de Ciencias Forestales realizaron durante 2021 y 2022, dos años excepcionalmente secos, un seguimiento del comportamiento en campo de cuatro especies típicas de los bosques mediterráneos españoles: encina (Quercus ilex), pino piñonero (Pinus pinea), pino resinero (Pinus pinaster) y enebro (Juniperus oxycedrus).
"Nos planteamos la necesidad de conocer los límites fisiológicos de varias especies arbóreas ante fenómenos excepcionalmente secos, por las consecuencias que esto tiene en la estructura, composición y funcionamiento de los bosques en el futuro", ha explicado Ismael Aranda, coordinador del grupo y primer firmante del artículo.
Durante este periodo, el equipo investigador analizó diferentes parámetros funcionales relacionados con la fotosíntesis, la regulación de las pérdidas de agua a través de los estomas (pequeñas válvulas en las hojas por las que se realiza intercambio gaseoso de agua y CO2 entre la planta y la atmósfera), la funcionalidad hidráulica y el propio estado hídrico de los árboles.
Los resultados han mostrado el gran impacto que la falta de agua y las altas temperaturas tienen sobre las características fisiológicas de los árboles, lo que se traduce en una merma de su resiliencia, el decaimiento de la superficie forestal y la reducción de su capacidad para almacenar carbono.
DISTINTAS FORMAS DE ADAPTARSE A LA SEQUÍA
El trabajo desarrollado en el marco de los proyectos Vulforest y Mephyston, financiados por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, también describe las diferentes estrategias seguidas por cada una de las especies en respuesta a la sequía.
Las dos especies de pinos estudiadas presentaron una deshidratación durante los meses de verano que derivó en una situación de total marchitamiento foliar, incluso desde el amanecer, el momento del día de mayor hidratación para las plantas.
"Esto se vio acompañado de un cierre estomático total con el objetivo de limitar la pérdida de agua por transpiración, sin embargo, como contrapartida, se limita la capacidad de fijar carbono", explica Aranda.
Por el contrario, encinas y enebros presentaron una estrategia de mayor tolerancia a la sequía, evidenciada por una menor sensibilidad de las hojas a la deshidratación y una mayor capacidad de almacenar carbono. Según los investigadores, los graves efectos de las sequías se evidenciaron en el año 2022, que no solo fue excepcionalmente caluroso, sino que presentó una marcada falta de precipitaciones desde la primavera hasta bien entrado el otoño.
"De continuar estos eventos secos que llevan al arbolado al límite de su capacidad fisiológica, los procesos de mortandad en la zona podrían acelerarse en el futuro, sobre todo en el caso de los pinos", concluye Aranda.