Rosa Díaz
Madrid, 23 oct (EFE).- El actual flujo diario de precarias embarcaciones de migrantes que viajan de África a Europa parece indicar que la dirección natural del los exilios es de sur a norte, pero lo cierto es que no tienen dirección definida, como demuestra la exposición "Del éxodo y del viento. Exilio español en el Magreb (1939-1962)".
Con la intención de "generar vínculos entre las dos orillas del Mediterráneo", según señaló a EFE el comisario de la muestra Juan Valbuena, la Casa Árabe en Madrid ofrece desde este miércoles un recorrido histórico y emocional por un exilio muy desconocido pero igualmente dramático: el de los republicanos españoles derrotados en la Guerra Civil que huyeron hacia África en 1936.
Fotografías, objetos personales y testimonios recuerdan a los 13.000 españoles llegaron al norte de África en el mes de marzo de 1936 huyendo de las tropas franquistas que ya habían ocupado casi todo el país.
El país más cercano a la costa española donde se agolpaban los últimos resistentes republicanos era Argelia, y hacia allí se dirigieron aviones, mercantes, pesqueros, patrulleros, dragaminas o simple lanchas.
El último barco que zarpó de España antes de que el general Francisco Franco tomara Alicante (este de España) fue el Stanbrook, un buque a vapor con capacidad para 300 personas en el viajaron 3.000. En el puerto se quedaron otras 15.000 esperando otras embarcaciones que nunca llegaron.
"La exposición está llena de referencias y fotografías que resuenan en la actualidad -señala Valbuena-. España es un país de migrantes en las dos direcciones".
Como la mayor parte de los que llegan ahora a España, quienes viajaron al norte de África en 1936 "era gente humilde, y los pobres no dejan rastro".
"Así como la migración de los republicanos españoles en Latinoamérica está muy documentada y es muy conocida porque en ella había muchos intelectuales, el exilio en el norte de África es muy desconocido y difícil de rastrear", según Valbuena.
Por eso la muestra "pretende ser muy divulgativa" y recorre el periplo de los migrantes cronológicamente, desde la salida de España en 1936 hasta el "segundo exilio" en 1962 cuando, tras la independencia de Argelia y Marruecos, muchas familias vuelven a España, donde la dictadura empieza a suavizarse, o van a Francia.
Abre la exposición un gran mapa con los recorridos de los españoles en el norte de África, que pasaron por diferentes campos de refugiados de Argelia y Túnez y por campos de trabajo en Marruecos.
La muestra está dividida en cuatro partes que hacen referencia a los cuatro estados de ánimo por los que pasaron los migrantes: miedo, indignación, esperanza y resignación.
"El miedo fue el sentimiento que les empujó a huir y la indignación fue lo que sintieron cuando, en lugar de ser acogidos como refugiados por el gobierno francés en sus colonias de Argelia y Túnez, fueron encarcelados en campos de concentración, separando a hombres de mujeres y sin libertad de movimientos", recuerda Valbuena.
Las condiciones de vida empeoraron cuando empezaron a ser utilizados como mano de obra barata en las construcciones de infraestructuras o en explotaciones mineras y agrarias.
La esperanza llegó con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, que los exiliados españoles vieron como una posibilidad para acabar con los fascismos en Europa y recuperar la democracia en España.
Muchos de ellos se alistaron en las tropas aliadas, pero la decepción llegó cuando, tras luchar en dos guerras y pasar por campos de concentración franceses y alemanes, la victoria aliada no significó el fin de la dictadura en España.
La resignación acabó imponiéndose, pero los durísimos relatos personales que recoge la última parte de la exposición evidencia que la migración no solo es un fenómenos de masas, sino también la historia de vida de muchas personas con nombre, apellidos y muchos sueños rotos.EFE
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