Javier Castro Bugarín
Taipéi, 23 oct (EFE).- Si hubiera que elegir un rasgo de Elja Heights, sería su risa. Se ríe cuando cuenta las horas que ha tardado en maquillarse -tres-, se ríe al recordar cómo le confesó a su madre que era gay -ya lo sabía-, y también se ríe al enumerar las ventajas de ser drag queen en Estados Unidos -no existen-.
Heights, pseudónimo de Ellery Prescott, llegó a Taiwán en 2012 y fue aquí, en esta isla de poco más de veintitrés millones de habitantes, donde abrazó su identidad drag sin complejos. “La gente de Taiwán es muy abierta de mente con las drag queen, y no solamente con ellas, también disfrutan muchísimo de vestirse de formas ridículas”, afirma, de nuevo, entre risas.
La artista atiende a EFE justo antes de subirse a un autobús descapotable y guiar a una veintena de turistas por los rincones más representativos del movimiento LGBT de Taipéi, una de las ciudades asiáticas más tolerantes con este colectivo.
Durante los noventa minutos que dura el recorrido, Heights hablará sobre su salida del armario, sobre cómo se descubrió a sí misma a través de la ropa, el maquillaje y los complementos, y también responderá preguntas sobre la homosexualidad, su vida en Taiwán o cualquier otra cosa que se les pase a los visitantes por la cabeza.
“Lo más interesante para mí es escuchar lo que ellos desean conocer y poder hablar un poco más sobre ello, es muy divertido”, reconoce Heights, ataviada para la ocasión con una chaqueta de lentejuelas plateadas, gafas de sol oscuras y maquillaje a juego con los tonos arcoíris de su pelo.
Con todo el mundo preparado y listo para la travesía, Heights agarra el micrófono y empieza a narrar su infancia: la forma en que descubrió, a los ocho años, que le gustaba mucho vestirse con ropa femenina; el momento en que se lo dijo a su madre, una mujer adelantada a su época; la comprensión que recibió de su entorno familiar, en contraste con la hostilidad del mundo exterior.
Su relato discurre entre anécdotas divertidas y el atractivo propio del paisaje urbano de la capital. Al inicio del trayecto, los viajeros se deleitan con las imponentes vistas del distrito de Xinyi, repleto de grandes edificios que van dando paso, poco a poco, a construcciones más antiguas y destartaladas, símbolos de un Taipéi de otra época.
Tras unos cuarenta y cinco minutos de viaje, el autobús se detiene en el Parque Memorial 228, famoso por haber servido como punto de encuentro para los homosexuales de la ciudad, especialmente en la década de los 80, cuando la novela ‘Crystal Boys’, del escritor taiwanés Pai Hsien-yung, popularizó este espacio.
La historia del parque no está exenta de episodios oscuros. Las persecuciones y las humillaciones eran habituales entre los hombres que frecuentaban el lugar, subraya Heights, quien teje un paralelismo entre esa realidad y la discriminación que aún sufren las personas LGBT de su país natal, Estados Unidos. Algo que no sucede en Taiwán.
“(En Taiwán) nunca he recibido comentarios antidrag u homófobos. Si a la gente no le gusta o piensa que es raro, no dicen nada, se lo guardan para sí mismos”, constata Heights.
Después de pasear por el parque, los turistas ponen rumbo a la última parada del tour, la Casa Roja de Ximending, cuyos alrededores albergan multitud de bares y tiendas de temática LGBT.
El mes del Orgullo en Taipéi
La estadounidense no es la única drag queen que protagoniza estos “tours del arcoíris”. Desde principios de octubre, el ayuntamiento capitalino organiza este tipo de actividades para celebrar el mes del Orgullo, que culminará el próximo sábado con un desfile al que está previsto que asistan más de 180.000 personas.
Desde la aprobación del matrimonio igualitario en 2019, Taiwán se ha consagrado como el territorio más avanzado de Asia en materia de derechos LGBT, aunque todavía persisten algunos desafíos, como los impedimentos para acceder a técnicas de reproducción asistida o algunas limitaciones para los matrimonios entre personas extranjeras. EFE
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