El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, ha afirmado este martes que el clérigo musulmán Fetulá Gulen, al que acusa de estar detrás del intento de golpe de Estado de 2016, "no podrá escapar a la justicia divina", tras fallecer el domingo en su residencia en Estados Unidos, donde vivía en un exilio autoimpuesto desde 1999.
Erdogan ha afirmado en sus primeras declaraciones tras la muerte de Gulen que el clérigo tuvo "una muerte deshonrosa" y ha agregado que, si bien "abandonó el mundo sin rendir cuentas por los crímenes cometidos (...), no podrá escapar a la justicia divina", según ha informado la agencia estatal turca de noticias, Anatolia.
"Sabemos que el castigo de Dios es duro. Nuestro señor pedirá que estos traidores rindan cuentas de uno en uno por el mal que han hecho y los daños causados a este país y esta nación", ha manifestado, antes de ahondar en que las autoridades continuarán luchando "con determinación" contra la organización encabezada por Gulen "hasta que sea totalmente eliminada"
Así, ha manifestado que "el aliento de todas las instituciones estatales, incluso en la esquina más remota del mundo, estará en la nuca del clan de hienas de FETO", siglas de Organización de Terror Gulenista, nombre con el que las autoridades describen a la cofradía que lideraba el clérigo, Hizmet.
El mandatario ha redoblado sus acusaciones contra el movimiento por su presunto papel en la intentona golpista --que se saldó con más de 250 muertos y de la que Gulen se desvinculó completamente y ha denunciado que los implicados "dispararon por la espalda a la población".
Gulen, fallecido a los 83 años, fue aliado del presidente turco, si bien la relación se resquebrajó en 2011 y ambos se distanciaron de forma drástica después de que la Policía y la Fiscalía abrieran investigaciones en 2013 por presunta corrupción contra varios altos cargos del Gobierno.
Las autoridades acusaron entonces a personas del círculo de Gulen que trabajaban en estos organismos de actuar siguiendo sus órdenes para iniciar estos casos, tensiones que repuntaron tras la intentona golpista en 2016, a raíz de la cual las fuerzas de seguridad intensificaron su campaña de persecución contra personas supuestamente vinculadas con la organización encabezada por Gulen, que fue declarada como un grupo terrorista, con miles de detenidos y condenados a penas de cárcel.