Costos ocultos fuera del IPC agobian a millones de estadounidenses

Las presiones sobre los precios han disminuido sustancialmente en los dos últimos años, pero sigue existiendo una desconexión entre lo que muestran los datos de inflación de EE.UU. y lo que millones de estadounidenses experimentan con sus finanzas.

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(Bloomberg) -- Las presiones sobre los precios han disminuido sustancialmente en los dos últimos años, pero sigue existiendo una desconexión entre lo que muestran los datos de inflación de EE.UU. y lo que millones de estadounidenses experimentan con sus finanzas.

Esto se debe en parte a que los niveles de precios siguen siendo más altos que antes de la pandemia. Otra explicación: la principal medida de inflación del gobierno excluye una serie de importantes gastos cotidianos que se han disparado en los últimos años.

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Los impuestos sobre la propiedad, las propinas y los cargos por intereses desde tarjetas de crédito a préstamos para automóviles no se tienen en cuenta en el índice de precios al consumidor de la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS, por sus siglas en inglés). El IPC también omite un aspecto clave de los seguros del hogar, así como las comisiones de corretaje y los pagos informales a niñeras y paseadores de perros, costos que pueden aumentar.

“El IPC recoge los bienes y servicios que se adquieren para el consumo, pero hay cosas que afectan al costo de la vida que quedan fuera de él”, explica Steve Reed, economista del BLS que trabaja en el índice. “Y por eso no se puede calcular de forma realista”.

El IPC ha subido un 2,4% hasta septiembre, el menor avance desde principios de 2021. La inflación ha disminuido desde que la Reserva Federal empezó a subir las tasas de interés en 2022, lo que disparó las tasas de las hipotecas, de las tarjetas de crédito, de los préstamos para automóviles y de la deuda estudiantil. Mientras que los pagos de intereses constituyen una gran parte de los gastos de muchos estadounidenses, el IPC mide los cambios de precios en los artículos comprados, no la deuda contraída para financiar esas compras.

Por ejemplo, aproximadamente US$628.000 millones en deudas de tarjetas de crédito se renuevan o no se pagan cada mes, cuando la tasa de interés típica aplicada ronda el 22%. Esto significa que, aunque el artículo o servicio adquirido subyacente se incluyó en la medición oficial, millones de dólares en pagos de intereses de tarjetas de crédito no se están contabilizando.

Pete Earle, economista del Instituto Estadounidense de Investigación Económica y creador del índice de precios cotidianos, cuyo objetivo es hacer un seguimiento de las compras diarias que no pueden evitarse fácilmente, afirma: “es algo que sin duda está afectando a la forma en que la gente gasta su dinero”. “No es realmente inflación, pero sin duda es algo que debe tenerse en cuenta”.

La cosa se complica un poco con la vivienda, que el BLS considera una decisión de inversión más que un gasto cotidiano. Eso significa que el precio de la vivienda, así como los costos asociados como los pagos de la hipoteca y los impuestos sobre la propiedad —que suman miles de dólares al año y fluctúan con los precios— quedan fuera.

El mismo principio se aplica a la forma en que el IPC mide el seguro de hogar: tiene en cuenta la cobertura de los bienes personales, pero no la vivienda o la estructura en sí. Esta última, que refleja el precio de la vivienda, es el componente más significativo que afecta a la prima anual de un propietario.

El indicador general, o IPC, para todos los consumidores urbanos se basa en una muestra que abarca más del 90% de la población estadounidense y comprende zonas con al menos 10.000 habitantes. Dado que la medida se basa en el consumidor promedio, alguien cuya atención médica suponga una parte de sus gastos mayor de lo habitual puede experimentar una tasa de inflación distinta de la norma, así como un hogar que utilice energía solar en lugar de combustible.

“El IPC no mide necesariamente su propia experiencia con el cambio de precios”, dice el BLS en su sitio web. “Una media nacional refleja millones de experiencias individuales con los precios; rara vez refleja la experiencia de un consumidor en particular”.

Los problemas de precios no son exclusivos del IPC. Por ejemplo, el índice de precios de los gastos de consumo personal (PCE), elaborado por la Oficina de Análisis Económico, también tiene algunas peculiaridades a la hora de medir determinados gastos, como la atención de salud. Aunque la Reserva Federal prefiere el índice PCE, los economistas de la Casa Blanca afirman que el IPC suele reflejar mejor el gasto real de los consumidores.

Traducido por Paulina Steffens.

Nota Original: Hidden Costs Escape US Inflation Gauge But Overwhelm Expenses

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