Isaac J. Martín y Ana María Guzelian
Beirut, 18 oct (EFE).- El libanés Shiva Karout tenía tan sólo seis años cuando aprendió lo que era una guerra. Su primer recuerdo es de 1996, con la "Operación Uvas de la Ira" que lanzó Israel contra el Líbano, aunque ya desde 1975, en el inicio de la guerra civil, su familia veía desde el balcón los proyectiles que caían sobre Beirut.
En el barrio cristiano de Ashrafieh, la casa de Karout tiene un amplio balcón donde se otea la capital mediterránea, que en las últimas cinco décadas ha vivido una serie de conflictos que no dejan un respiro a su población para recuperarse.
Desde ahí, también siente y llega a ver los bombardeos israelíes que actualmente azotan los suburbios meridionales de Beirut y llegan hasta el corazón de la ciudad.
Su familia siempre relataba a Karout, ahora de 34 años, cómo fueron los quince años de guerra civil que asolaron el país, un complejo conflicto que desató su violencia en 1975 cuando falangistas cristianos maronitas atacaron un autobús que llevaba refugiados palestinos a un campo en las afueras de Beirut.
Lo que recuerda con más claridad, cuando estaba a punto de cumplir la mayoría de edad, es la guerra de 2006. La Guerra de Julio o la Segunda Guerra del Líbano, como se conoce, empezó cuando el grupo chií libanés Hizbulá tendió una emboscada a tropas israelíes en el sur del país, lo que provocó que comenzara el devastador conflicto de poco más de un mes en el que también entraron al Líbano.
"En 2006, la guerra era más agresiva, ahora es tecnológica. Están apuntando a lo que quieren y saben lo que quieren y lo localizan. El misil cae y no sabes si cayó, no escuchas su sonido ni siquiera escuchas el sonido del avión. Ocurre de repente", afirma en una entrevista con EFE.
Desde ese balcón, la familia señalaba en 2006 cuando un misil caía. Y veían el destello y así sabían que ya había impactado, dice, haciendo el recorrido con su mano de la trayectoria del proyectil.
"En 2006, era más de estruendos sónicos, un avión pasaba y golpeaba. Veíamos el misil cayendo. Era una guerra que ya conocías de los libros. Pero esto es una guerra que no aprenderemos en los libros", reflexiona.
Aunque no hay cifras oficiales, se estima que casi 900.000 personas huyeron del Líbano en 2006. Ahora, han vuelto a escapar - los que pueden - en aviones de evacuación y vuelos comerciales.
"Es un dilema. Quiero dejar (el país) porque no hay futuro. Si alguno de nosotros tiene un sueño para el futuro, para hacer un negocio, sabiendo que tras 10 o 15 años puede ser destrozado de nuevo o nos roben el dinero. Ya no puedo construir lo que quería y además nuestras vidas están en juego", explica.
Asegura que sólo "descansó" cuando dejó el país rumbo a Canadá. Aunque volvió porque el Líbano es donde ha nacido, ha estudiado y tiene su vida.
"Quiero quedarme aquí, es mi vida, mi hogar, lo es todo. ¿Por qué iba a dejar que alguien tomara mi casa?", dice, en esa encrucijada actual.
Alrededor de 1,2 millones de personas se han visto forzadas a dejar sus hogares desde el inicio hace tres semanas de una incesante campaña de bombardeos, sobre todo contra el sur y este del país, y una invasión terrestre contra el Líbano.
Para muchos libaneses "todo esto es nuevo": "No sabemos nada de estas guerras. No estamos acostumbrados, aunque ya hayamos pasado por ellas", asevera.
El fuego cruzado entre Israel y el grupo chií libanés Hizbulá comenzó el 8 de octubre de 2023, un día después del inicio de la guerra en Gaza, lo que ha provocado más de 2.300 muertos en la nación mediterránea.
Pero la gran mayoría de los muertos se han registrado durante las últimas tres semanas, en las que Israel se ceba a diario contra el Líbano.
Por la falta de una calma, de un alto el fuego o de un pequeño alivio, los traumas de los libaneses no desaparecen en su día a día, como apunta Kavout en la entrevista, interrumpida por un avión israelí que rompió la barrera del sonido e hizo temblar el balcón de cristal.
Ante un ruido, "todo el mundo salta, la gente se asusta de los ruidos. Si pasa un camión nos asustamos. Si pasa una moto nos asustamos. Si pasa un coche nos asustamos. Ahora la guerra se volvió más psicológica".
Por eso, cree que "todos los libaneses están destrozados y quienquiera que te diga que no, lo niega. Vive en la negación y la realidad aún no le ha golpeado", zanja. EFE
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