Las mujeres rurales dedican el triple de tiempo a cuidar que los hombres en América Latina

El estudio revela que la crisis de los cuidados en áreas rurales afecta a 58 millones de mujeres en América Latina, quienes realizan labores no remuneradas mientras producen la mitad de los alimentos

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San José, 18 oct (EFE).- Cuidar a los hijos y a los mayores en los entornos rurales es una tarea que sigue recayendo en gran medida en las mujeres en América Latina: dedican el triple de tiempo a estas labores que los hombres.

Así se desprende del estudio "La economía de los cuidados en los territorios rurales de las Américas", que se ha presentado este jueves en San José de Costa Rica en el marco del V Foro Permanente de Ministras, Viceministras y Altas Funcionarias de las Américas (Fopema).

El documento ha sido presentado en este encuentro realizado en el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), quien determina que "abordar la crisis de los cuidados con enfoque territorial resulta clave y estratégica en términos de sostenibilidad de los sistemas agroalimentarios.

En cifras, las mujeres dedican entre 22 y 49 horas semanales a actividades de cuidados, mientras que los hombres usan de 6,7 a 19,8, una realidad que se agrava entre 7 y diez horas en el caso de las mujeres rurales.

Esto supone que quienes producen la mitad de los alimentos lo hacen al mismo tiempo que llevan a cabo actividades no remuneradas.

Para el director general del IICA, Manuel Otero, la redistribución de los cuidados cobra una importancia significativa debido a que, históricamente, estos se han relegado al ámbito privado y se han asociado al rol de las mujeres.

Tanto en el prólogo de la publicación como en el espacio compartido con participantes en el foro y una representación de periodistas internacionales, Otero ha reconocido que la falta de reconocimiento lleva a la invisibilidad de estos cuidados.

Abarcan, en el ámbito de los sistemas agroalimentarios, "el mantenimiento de la salud, el bienestar de las personas productoras, la preservación de las comunidades y el cuidado de menores, mayores y el autocuidado",  ha precisado.

La secretaria ejecutiva de la Red de Mujeres Rurales de América Latina y el Caribe, Luz Haro Guanga, lleva décadas trabajando para que la voz y las necesidades de las mujeres rurales se tenga en cuenta.

Preguntada por la realidad de los cuidados, ha reconocido que ha habido avances, especialmente en el desarrollo de sistemas para que las madres puedan llevar a sus hijos la colegio infantil unas horas "para que ellas puedan ir libres a trabajar a campo".

Según las cifras oficiales, en el entorno rural de latinoamérica viven 58 millones de mujeres y solo el 12 % tiene tierras; la mayoría asegura que "no trabaja" al no contar con un empleo remunerado, de acuerdo al estudio.

La situación que refleja el informe y las expertas participantes es difícil, pero con destellos de optimismo y esperanza en el futuro.

Se vislumbra en la energía que desprenden Deylin Rojas, Bianka Bolaño y Mariam García al presentar sus prototipos con los que competirán en Turquía en diciembre, con el firme objetivo de ser la mejor propuesta mundial en la competición de desarrollos tecnológicos agrarios.

No han llegado a los 18 años y ya explican con meridiana claridad a un grupo de periodistas especializados cómo han diseñado y creado un sistema de riego automático atmosférico, al igual que otras de sus compañeras lo han hecho con la cría de moscas para favorecer la descomposición de residuos.

Si siguen por el camino de la ingeniería agronómica, la compartirán con las más de 70 profesionales costarricenses que han participado en el programa Nasa Harvest.

A ellas se suman las más de 800 mujeres rurales que "alzan el vuelo" con los drones en la capacitación "Chicas a volar", que también imparte el IICA con éxito.

Mujeres, madres y profesionales agrarias -presentes y futuras- en América Latina que tendrán que hacer frente al reto de la conciliación y de desarrollar sus carreras ligadas a unos sistemas productivos que las necesitan mientras a sociedad las demandan para unos cuidados invisibles, pero que pesan. EFE

(foto)

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