Brasil descarta un apagón, pero a costa de una energía más cara y contaminante

La sequía histórica en Brasil afecta la producción hidroeléctrica, obligando al uso de plantas térmicas de emergencia, lo que incrementa costos y emisiones contaminantes mientras se busca asegurar el suministro energético

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Carlos A. Moreno

Río de Janeiro, 18 oct (EFE).- La histórica sequía que castiga a Brasil redujo significativamente la producción de las hidroeléctricas, principales fuentes de generación del país, pero el abastecimiento está garantizado gracias a la activación de térmicas de emergencia, cuya energía es mucho más cara y contaminante.

Tanto el Gobierno como analistas consultados por EFE descartan que el país pueda sufrir una crisis energética este año, pero alertan sobre la necesidad de ampliar el número de plantas térmicas para que el suministro no dependa de la veleidad de la naturaleza.

"No corremos riesgo este año, pero si volvemos a tener una sequía severa en 2025, sí lo tendremos. Nuestra matriz es muy renovable pero sus fuentes son intermitentes y dependen de la naturaleza. Tenemos una matriz limpia, pero con poca seguridad energética", dijo a EFE el director del Centro Brasileño de Infraestructura (CBIE), Adriano Pires.

El ministro de Minas y Energía de Brasil, Alexandre Silveira, aseguró que la seguridad energética está garantizada este año, pero alertó de que es necesario levantar más térmicas.

El Gobierno descartó la reactivación del horario de verano este año, una medida sugerida por la Organización Nacional del Sistema Eléctrico (ONS) para reducir la demanda en los momentos de mayor consumo, a pesar de que las represas están en niveles críticos.

La sequía, la más grave de los últimos 74 años en Brasil, ha reducido los niveles de las represas hidroeléctricas al 49 %, su nivel más bajo desde 1930, según datos de la ONS.

En las regiones sureste y centro-oeste, que generan más de la mitad de la energía del país, los niveles de los embalses han caído al 42 %.

La situación es aun más crítica en la Amazonía, donde las tres principales hidroeléctricas (Belo Monte, Santo Antonio y Jirau) están operando al 3 % y 10 % de su capacidad debido a la disminución de los niveles de los ríos.

Ante esta situación, el Gobierno puso en funcionamiento plantas térmicas alimentadas con gas y diesel que solo se activan en situaciones de emergencia.

Como resultado, la participación de las hidroeléctricas en la generación de energía cayó del 74,5 % en la primera semana de marzo al 43,5 % en la primera semana de octubre, mientras que la de las plantas térmicas aumentó del 5 % al 18 %.

Las energías eólica y solar también han visto un aumento en su participación, alcanzando el 16,9 % y el 12,5 % respectivamente.

A pesar de las lluvias previstas para este mes, lo que podría aliviar la situación , Silveira advirtió que Brasil debe estar preparado para eventos climáticos extremos en 2025 y 2026.

El Gobierno, por esa razón, tiene planeado realizar al menos dos subastas el próximo año para ofrecer en concesión la construcción de nuevas plantas que puedan duplicar la capacidad térmica para 2031.

El ministro dijo que el uso de las térmicas ya elevó el costo para los consumidores. Mientras que el costo de un megavatio/hora generado por una hidroeléctrica es de 53 dólares, el de una térmica es de 85,5, según la Asociación Brasileña de Generación de Energía Limpia.

El uso de térmicas también aumenta las emisiones contaminantes, aunque las de gas son menos perjudiciales.

El Comité de Monitoreo del Sector Eléctrico alertó esta semana al Gobierno de que será necesario intensificar el uso de las térmicas hasta diciembre y recurrir a los acuerdos de importación de energía de Argentina y Uruguay.

El principal desafío para Brasil, según Pires, es garantizar la seguridad energética a largo plazo. Para ello, dijo, es necesario contar con térmicas que funcionen de manera continua, aunque esto implique mayores costos y emisiones.

"El país debe decidir si está dispuesto a pagar ese precio para evitar futuras crisis energéticas", afirmó. EFE

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