El escritor ecuatoriano Javier Vásconez celebra los más de 40 años de 'Angelote amor mío'

Javier Vásconez reflexiona sobre el impacto de 'Angelote amor mío', su relato que desafió normas sociales en los años 80 y se consolidó como referente de la literatura ecuatoriana contemporánea

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Quito, 16 oct (EFE).- El escritor ecuatoriano Javier Vásconez celebró este miércoles en Quito los más de 40 años de la primera publicación de 'Angelote amor mío', uno de los cuentos más representativos de la literatura contemporánea de Ecuador, censurado en varios países al retratar una relación homosexual entre dos hombres en la conservadora sociedad quiteña de los años 80.

Con el paso del tiempo, 'Angelote amor mío' (1982) se ha consolidado como uno de los principales exponentes del estilo barroco que identificó a su autor, que en 2022 fue galardonado con el premio nacional Eugenio Espejo, la principal distinción en cultura de Ecuador.

Durante un conversatorio en una librería de la capital ecuatoriana, Vásconez (Quito, 1946) reconoció a que 'Angelote amor mío' ha tenido una trayectoria llena de escándalos con las reacciones que ha causado en distintos lugares, desde su natal Ecuador hasta Canadá, Uruguay e incluso Cuba.

"Las historias que se salen de lo que la sociedad acepta, quiere leer, escuchar y está de moda estallan, no importa donde sea", señaló Vásconez, para quien este cuento, publicado originalmente dentro del libro de relatos 'Ciudad lejana', le ha traído "muchas sacudidas" alrededor de su vida.

"Este cuento es muy arrebatado. Sacude muchas zonas de la sociedad: religiosas, sexuales, femeninas...", mencionó.

El cuento, inspirado en un sonado crimen de la época en Quito que involucró a un familiar de Vásconez, sitúa la historia en el velatorio de Jacinto, un hombre homosexual de la clase alta quiteña, a través de la narración de su amante Julián, que en sus pensamientos arma un monólogo interior donde recuerda la vida de su ser querido y critica la hipocresía de la sociedad.

"Más allá de su homosexualidad y defectos, tenía una dosis de grandeza como ser humano y una búsqueda de que no podía ser la vida solamente eso. Quería que fuese algo más, fuera de este suburbio y pueblo en el que vivimos", indicó su autor.

Vásconez explicó que se puso a escribir el cuento con la furia y el descontento que sentía por los chismes, risas y frivolidades que escuchó durante el velatorio de su pariente, con influencias de autores malditos a los que le gustaba leer en ese momento, "que se salen de lo convencional y que se van más allá del realismo y de contar una historia bien contada sin excederse".

"Ahora muchos escritores creen que han inventado el gótico cuando hace rato que está presente en la literatura", dijo Vásconez.

El autor comentó que desde un inicio sabía que quería que el cuento tuviese el tono de una confesión escrita a modo de carta de intimidad porque "este es un país que hace gala de su secretismo católico y pestilente hasta cierto punto".

"He crecido en esas mansiones del centro de Quito donde toda esa suma de sacrificados y sufridos (imágenes religiosas) alimentaba la mente de los niños de ese niño. Supe que tenía que ser una cierta de vinculación con el mundo cristiano", comentó el escritor

"Quería que tuviese el tono de un hombre que ha adorado y admirado a esa persona, donde también ha habido mucho desprecio y rencor. Ese fue el camino que seguí para darle ese estilo", añadió.

El escritor recordó que tras publicarse 'Angelote amor mío' hubo susto y luego resistencia por parte del colectivo literario de la poca. "Políticamente estaban a la vanguardia en América Latina, pero literariamente no. Eran muy conservadores desde el punto de vista literario".

Vásconez incidió en los cuestionamientos que se dieron a su cuento, que resultaba "blasfemo y lleno de insidias para una ciudad ordenada como Quito". "Fue duro y complejo. Me enseñó que un escritor se hace solo y más allá de cualquier institución. Se necesita lápiz, papel y una cierta capacidad de arrojo", apostilló.

Sobre la acogida que 'Angelote amor mío' pueda tener en las nuevas generaciones, el ecuatoriano no se atrevió a vaticinar nada, pues "ese estilo que apuesta por la buena literatura va cada vez cayendo más en el olvido, porque estamos en la época del apresuramiento y de la velocidad, que es aterrador". EFE

(foto)

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