El cerebro del cómic climático más exitoso del mundo avisa: Imposible crecer y reducir CO2

Jean-Marc Jancovici argumenta que la única solución viable para la crisis climática es la energía nuclear y el decrecimiento económico, desafiando las premisas de políticas climáticas actuales en Europa

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Javier Albisu

Bruselas, 15 oct (EFE).- Coautor del cómic "Un mundo sin fin", la obra de divulgación climática más exitosa en los últimos años, el ingeniero y comunicador francés Jean-Marc Jancovici es una 'rara avis' en el debate sobre la descarbonización, que aborda sin soluciones mágicas pero con la convicción de que la única senda posible es la energía nuclear y el decrecimiento económico.

"Domésticamente es fácil aumentar el PIB y reducir las emisiones, pero el desacoplamiento no ocurre a nivel planetario", lanza Jancovici en un debate sobre clima en Bruselas, organizado por el centro de prensa Résidence Palace con apoyo de la Asociación de la Prensa Internacional y Naciones Unidas.

Su afirmación confronta con la premisa de la política climática comunitaria que, en palabras del "arquitecto" del Pacto Verde Europeo, Frans Timmermans, se basa en que más PIB y menos CO2 es compatible porque desde 1990 la UE "ha logrado una reducción del 22 % en gases de efecto invernadero, mientras que la economía ha crecido un 58 %".

"No es consistente (...) a nivel planetario", sostiene Jancovici, un hombre menudo y con ojos rasgados que sustenta su argumento en la deslocalización del dióxido de carbono en un mundo donde "el valor añadido está en el país rico, y las emisiones en el país donde se produce".

Europa ha reducido sus emisiones porque "su producción real decrece desde 2007" y esto se debe a una regresión también del consumo de energía de la UE, asegura.

Los datos de la Comisión Europea o de la OCDE dibujan una economía en ascenso y un CO2 en retirada, que Jancovici atribuye a una medición inadecuada y propone calcularlo en metros cuadrados construidos o, mejor aún, en toneladas de mercancías transportadas en camiones, porque todo lo que los europeos compran o tienen algún día estuvo en un camión.

Según Eurostat, en 2008 se movieron en la Unión Europea un total de 15.372 millones de toneladas de mercancía en camiones y en 2023 solo 13.117 millones.

"Se puede medir la huella de carbono de un país y su PIB. Es más consistente. La huella de carbono (el total de gases de efecto invernadero emitidos directa o indirectamente) no ha decrecido tanto en los países occidentales, e incluso crecido en algunos", señala.

Jancovici, que tiene 62 años y lleva décadas inmerso entregado a pensar sobre el CO2 que se acumula en la atmósfera, se asoció con el dibujante Christophe Blain para alumbrar el álbum "Le monde sans fin" ("El mundo sin fin", Norma Editorial), que fue el libro más leído en Francia en 2022 y ha superado ya el millón de ejemplares vendidos en el mundo.

Es una suerte de diálogo socrático entre un ingenuo Blain y un resabiado Jancovici donde las amables viñetas se convierten en una galería de infografía económica que avanza hacia el abismo.

El ingeniero concluye que la solución planetaria es la energía nuclear, que aporta electricidad de manera estable e ininterrumpida sin apenas carbono, y afirma que hay que decrecer porque se vive "en un mundo gobernado por la física" y "con recursos cada vez más limitados".

"Un habitante modesto de un país occidental tiene mucho más de lo que tenía un noble en la Edad Media. Pero no es feliz", dice el ingeniero, que al transformar el consumo energético en fuerza obtiene como resultado que un europeo medio cuando conduce su coche, sube en ascensor o enciende el microondas es como si estuviera asistido por unos 400 esclavos al día.

"Nunca he pensado en que vamos a sacrificarnos a nosotros mismos por el bien de la humanidad. Lo puede hacer un número restringido de individuos, pero no la sociedad en su conjunto", dice Jancovici.

En vísperas de la cumbre climática COP29 de Bakú, el divulgador no espera "que ningún país en el futuro se sacrifique en beneficio del resto de países" y recomienda "buscar cosas que sean buenas para nosotros y, además, para el mundo".

"Tendrá que ser por razones egoístas, si no, no funcionará (...). Si amenazamos la paz y la estabilidad globalmente, un día u otro va a ser peor para nosotros, luego nuestro interés personal es no desestabilizar demasiado el sistema", razona.

Una manera de escapar del "instinto básico de acumular" es promoviendo el prestigio de los comportamientos sostenibles, en lugar de imponer restricciones, porque "parte de la población no desea enfrentarse a limitaciones adicionales" sobre lo que pueden comer o cómo deben desplazarse.

"Somos animales sociales y nos importa el estatus. Hoy es mejor para tu estatus social ir a trabajar en bicicleta que en coche", razona el francés, y cree que modular los cambios que vendrán es mejor que dejar que ocurran "sin control".

Desplazarse en bicicleta no será el remedio absoluto. Probablemente no exista una sola solución y, en todo caso, Jancovici reconoce que no tiene la respuesta definitiva. Pero sí ha demostrado disponer de talento suficiente para incitar a reflexionar, especialmente a aquellos que han aterrizado en el debate climático a través de las viñetas de "Un mundo sin fin".

"No tengo soluciones para todas estas cuestiones. Pero es urgente pensar en ello", concluye. EFE

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