Taipéi, 15 oct (EFE).- Los recientes ejercicios militares de China alrededor de Taiwán buscaban expresar el “descontento” de Pekín con el presidente taiwanés, William Lai, sin “asustar a los inversores internacionales”, en un momento particularmente sensible para la segunda mayor economía del planeta.
“Pekín caminaba por una línea delicada: quería aumentar la tensión lo suficiente como para disuadir a otros países de acercarse a Taiwán, pero no tanto como para asustar a los inversores internacionales, cuyo capital China necesita para revitalizar su economía”, aseguró este martes a EFE Wen-Ti Sung, investigador no residente en el Global China Hub del Atlantic Council.
El politólogo valoró de esta forma las maniobras realizadas el lunes por Pekín en las inmediaciones de la isla, cuyo objetivo, según el Gobierno chino, era “intensificar la presión” contra las fuerzas que apoyan la “independencia” de Taiwán, un territorio gobernado de forma autónoma desde 1949 y considerado por China como una provincia rebelde.
En los ejercicios, denominados Joint Sword 2024B (“espada unida”, en inglés), participó el portaaviones Liaoning, así como tropas de tierra, mar, aire y cohetes del Ejército Popular de Liberación (EPL), que simularon el bloqueo y toma de control de puertos y de otras áreas clave de Taiwán.
Durante estas maniobras, Pekín empleó un récord de 153 aeronaves militares, entre ellas cazas de combate, helicópteros y drones, y utilizó a su Guardia Costera para rodear “por primera vez” la isla principal de Taiwán, pero la duración total de los ejercicios fue considerablemente corta: tan solo trece horas.
“Es probable que esto se deba tanto a la gestión de tensiones como a la gestión de costos, a la luz de la campaña presidencial de Estados Unidos y a la crisis fiscal en curso del Gobierno chino”, advirtió Sung, para agregar que Pekín podría “aumentar la frecuencia pero reducir la intensidad” de este tipo de ejercicios en el futuro.
“Aumentar la frecuencia para normalizarlos; reducir la intensidad para gestionar costos y la percepción de amenaza de los países de la región”, apuntó el investigador.
China ha recurrido a este tipo de maniobras en cinco ocasiones desde 2022, cuando llevó a cabo las primeras de este calibre en respuesta a la visita de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU., Nancy Pelosi, a Taiwán, que enfureció a Pekín y elevó la tensión en el Estrecho a límites inéditos en décadas.
En este caso, los ejercicios han coincidido con las preocupaciones en torno al rumbo de la economía china, cuyas autoridades han anunciado recientemente una serie de medidas de estímulo para impulsar el consumo, frenar la crisis inmobiliaria o prestar apoyo a los mercados de valores del país. EFE