Bogotá, 9 oct (EFE).- Hace una década, cuando la gasolina de Venezuela era la más barata del mundo, el contrabando del carburante era frecuente en la frontera con Colombia, un negocio al que se dedicaban los hermanos Estrada cuya historia ficcional cuenta la nueva película 'Pimpinero. Sangre y gasolina', un drama de acción plagado de adrenalina y visceralidad que se estrena este jueves en Colombia.
Con el debut estelar del músico colombiano Juanes en la gran pantalla, la película cuenta con un elenco de lujo con el mexicano Alejandro Speitzer, el cubano Alberto Guerra y la colombiana Laura Osma, dirigidos por el también colombiano Andrés Baiz, que ya ha estado al frente de producciones como 'Narcos' o 'Griselda'.
Es una película que "se siente colombiana", explicó Baiz el lunes en la premier del filme, que se podrá ver en las grandes pantallas del país a partir de este jueves 10 de octubre, antes de llegar a Prime Video.
La cultura indígena wayúu, las expresiones, la gastronomía e incluso las peleas de gallos, muy comunes en las zonas rurales de Colombia, son algunos de los ingredientes que hacen de la película una muestra del país andino.
Además, los desérticos paisajes propios del departamento de La Guajira, en el extremo norte del país, marcan el ritmo frenético de la película y condicionan los acontecimientos, con sus trochas desamparadas y el calor sofocante que acompaña a los protagonistas como un personaje más.
Se trata de "un viaje sobre la pérdida de la inocencia, visceral y arriesgada", definió Baiz.
La historia gira alrededor de los tres hermanos Estrada: Moisés (Juanes), el mayor; Ulises (Alberto Guerra), el mediano y Juan (Alejandro Speitzer), el más joven.
Los tres son unos pimpineros a la vieja usanza que se dedican al contrabando de gasolina entre Venezuela y Colombia en 2012 y viven en el desértico departamento colombiano de La Guajira hasta que rencillas con otros contrabandistas acaban en un dramático final.
Y aunque ellos son el eje central, Diana, la novia del hermano pequeño que es interpretada por Laura Osma, acaba tomando las riendas protagónicas.
Además del contrabando de gasolina, también se abordan otras problemáticas como el tráfico de personas con el objetivo de "poner una luz sobre la problemática que está pasando en la frontera", abordando "los límites éticos y morales", en palabras del director.
Baiz, que ya ha dirigido producciones contando realidades latinoamericanas marcadas por la violencia o el narcotráfico, defiende que "hay que entender los contextos, uno no puede enjuiciar a alguien por lo que hace", por eso la película, cuya idea le llegó después de ver una "caravana de la muerte" hace 10 años, habla "de seres humanos, poniendo a un lado a lo que se dedican".
En este contexto, Speitzer celebró en un encuentro con medios de comunicación tras la premier que "el cine latinoamericano está dando pasos agigantados, hay muchísimo talento", mientras que Juanes admitió que fue un proyecto que lo puso "en un lugar extremadamente incómodo" pero en el que aprendió "muchísimo", por lo que no descarta seguir actuando. EFE