Concepción M. Moreno
Buenos Aires, 8 oct (EFE).- Confirmada su absolución por un presunto delito de tráfico de drogas por el que la Fiscalía española pedía para él 9 años de cárcel, el bailarín granadino Rafael Amargo busca ahora, mediante la reivindicación de su arte, "resurgir" en Argentina "como un Miguel de Molina emigrado".
En una reciente entrevista con EFE en Buenos Aires -concedida antes de viajar a Madrid, donde el 3 de octubre fue ratificada su absolución al confirmarse la nulidad de las intervenciones telefónicas, base del caso judicial-, el también coreógrafo (Valderrubio, 1975) se equiparó al célebre cantante español de copla, quien, perseguido por la dictadura franquista, se instaló en 1946 en Buenos Aires, donde falleció en 1993.
"Prefiero arrancar de cero en una ciudad como Buenos Aires y hacer desde aquí la carrera, porque desde aquí la voy a hacer limpia. Allí van a tener siempre prejuicios, hay como un estigma y al final me siento, pues, como un Miguel de Molina emigrado y echado de mi tierra", afirma Jesús Rafael García Hernández, más conocido como Rafael Amargo.
Histriónico y locuaz durante la charla, el bailaor no deja de mostrarse expectante e ilusionado ante su inmediato futuro después de los tres años y medio sin apenas trabajar transcurridos desde que, a finales de 2020, se abrió la causa judicial por presunto delito contra la salud pública, que, incluso, le llevó unos meses a prisión por faltar a su obligación de comparecer cada 15 días ante la Justicia.
"Yo amo Buenos Aires; me he sentido aquí siempre muy querido. Yo venía muy vapuleado y muy maltratado; en España he sufrido mucho estos tres años y medio. Gracias a Dios, la primera vez que me han dado el pasaporte lo he utilizado para venir a un sitio donde me quieran, a sentirme querido y a resurgir como ser humano y como persona, porque yo estaba muy destrozado", señala.
Varias actuaciones semanales en un tablao flamenco del tradicional barrio de San Telmo (sur de Buenos Aires); 'masterclass' en diversos puntos del país; el montaje de 'Electra', de Sófocles, con las actrices argentinas Luciana Bongianino -su pareja actual- y Mariana Litvin; y la preparación del proyecto de 'Noel Road 25: A Genius Like Us', obra de Carlos Be, sobre los dramaturgos ingleses Joe Orton y Kenneth Halliwell, centran por el momento su atención profesional.
También aspira a representar en Buenos Aires su versión de 'Yerma', ya estrenada en España y que, afirma, "va a ser un escándalo" por el amor de Argentina por Federico García Lorca; y otra obra del autor granadino, 'Así que pasen cinco años', "que todavía no tiene día de estreno y va un poco lenta, porque es una cooperativa de 35 actores".
Por el momento, en España únicamente tiene garantizada la puesta en escena "durante unos días en un teatro público" de la Comunidad de Madrid de 'Ébano', "una producción con 12 bailarines de Tanzania negros, de danza urbana y amapiano (subgénero de música 'house' nacido en Sudáfrica), que es supererótico y superfemenino".
"Yo voy a vivir en Buenos Aires y voy a ir a hacer mi trabajo a Madrid", confiesa Amargo.
"Estoy más en salvar mi nombre, en hacerlo bien y aprender de la experiencia y de las cosas que me han pasado: resurgir de las cenizas", asevera al tiempo que presume de que en noviembre recibirá el Premio Lorca durante la V edición del Festival de Cine de Granada, donde también exhibirá su corto 'Pura y Alma', dedicado a la que fuera su representante, la ya fallecida Puri Mora.
Durante la entrevista, reivindica en varios momentos la necesidad de recuperar el tiempo perdido, en el que no pudo afrontar proyectos ya firmados, como una película en 'Bollywood' o un festival en Estambul, por lo que denunciará todo lo ocurrido para que se le indemnice: "Yo no me voy a callar hasta que no me den lo que es mío".
A punto de cumplir medio siglo de vida -el 3 de enero de 2025-, siente el peso de "tener que empezar de cero" en unos "años muy complicados" para un bailarín; pero nada le quita las ganas de festejar por todo lo alto un cumpleaños tan especial: será "una fiesta flamenca cantando, bailando y celebrando la vida" en una casa con piscina que alquilará en Buenos Aires y rodeado de su familia.
Y, para confirmar ese resurgimiento, deja este epílogo: "Todavía me queda sonrisa". EFE
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