Kais Said, en nombre del pueblo

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Laura Fernández Palomo

Túnez, 7 oct (EFE).- Acaparó plenos poderes "en nombre del pueblo" al principio de su mandato y, tras esta reelección, el presidente tunecino, Kais Said (Túnez, 1958) sigue convencido de su misión para "salvar" la revolución, pese a haber perdido el apoyo de los jóvenes demócratas y con una oposición silenciada y atemorizada.

El pueblo se compone para Said de sus fieles que opone al resto, considerados "traidores", así que en su idea de democracia tienen difícil encaje las voces críticas empezando por los partidos políticos, sobre todo islamistas, a quienes responsabiliza de los abusos de la transición. Un mandatario de perfil populista, coinciden analistas.

El mismo Rached Gannouchi, líder del partido Ennahda y vicepresidente del Parlamento que Said suspendió en 2021, dijo a EFE un año antes de ser encarcelado que le parecía "más lógico" el régimen del dictador Ben Ali, que le mantuvo en el exilio hasta su derrocamiento en 2011, que el actual. Sabía a qué atenerse.

Apodado "Míster Limpio", con apariencia de ley y orden, Said alcanzó hace cinco años el poder decidido a terminar con la corrupción, así que los sucesivos procesamientos y encarcelaciones de personalidades políticas son percibidas por una fracción de la sociedad como parte del trabajo prometido.

Quienes lo apoyaron en 2019 y, ahora disienten, son quienes tienen dudas. Y miedo.

Profesor jubilado de derecho constitucional, sin experiencia en cargos públicos, consiguió hace cinco años la Presidencia con el apoyo del 90% de los jóvenes entre 18 y 25 años. Hoy solo el 6%, del 28,8% que votó este domingo, tenía menos de 35 años.

Candidato independiente, pocos tienen acceso al círculo de poder del Palacio de Cartago lo que dificulta descifrar sus decisiones, también porque su única vía de comunicación son los vídeos que publica en su página de Facebook, en un rígido árabe clásico no siempre comprensible entre una población de dialecto tunecino.

De retórica nacionalista, alerta a menudo de "injerencias externas" en la política tunecina y de "conspiraciones" contra la seguridad del Estado que ha llevado a la cárcel a decenas de disidentes. En 2023, arremetió contra la población migrante subsahariana, a quien señaló como parte de un plan para cambiar la demografía del país que habrían urdido los partidos políticos al recibir grandes sumas de dinero desde 2011, año de la revolución. El racismo se disparó.

Frontalmente crítico con la transición democrática que comenzó con la Primavera Árabe, el 25 de julio de 2021 se arrogó plenos poderes para rectificarla, con el beneplácito de gran parte de la población y la élite dirigente, y puso sobre la mesa un programa político para devolver la voz al pueblo.

El parlamentarismo de la Constitución de 2014 terminó con una nueva Carta Magna, aprobada en referendo con el 70% de abstención, que asentó un régimen ultrapresidencialista. Excluyó a los partidos políticos de las elecciones legislativas de 2022 basadas en candidaturas uninominales, que solo movilizó al 11% del electorado, el mismo porcentaje que en los comicios locales de 2023.

Pese al modesto apoyo electoral, Said se muestra convencido de su proyecto y cree que "el pueblo tunecino lidera hoy una guerra de liberación nacional".

"Estamos siendo testigos de la continuación de la revolución", declaró al final de la jornada electoral de este domingo ante sus seguidores cuando los sondeos ya apuntaban a una abrumadora victoria.

Casado con la magistrada Ichraf Chebil, el control de Said sobre la Judicatura y la instrumentalización de la Justicia se han convertido en la mayor preocupación para sus detractores, hoy gran parte de ellos encarcelados.

Experto en el Instituto Árabe de Derechos Humanos durante su etapa de docencia, Said fue además fue secretario general (1990-1995) y luego vicepresidente de la Asociación Tunecina de Derecho Constitucional.

"No pude imaginar (cuando votó por él en 2019) que iba a hacer exactamente lo opuesto a lo que ha estado enseñando 30 años", manifestó a EFE el escritor y comentarista tunecino, Hatem Nafti, que le dedica su último libro "Notre ami (Nuestro amigo) Kais Said". EFE

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