Seúl, 6 oct (EFE).- Corea del Norte celebra mañana lunes una reunión parlamentaria que puede resultar capital para el devenir de las relaciones intercoreanas y que amenaza con empeorar el clima de confrontación en la península ante los deseos del líder Kim Jong-un de trazar nuevas fronteras territoriales y oficializar al Sur como principal enemigo nacional.
El pasado 16 de septiembre se anunció la convocatoria de una sesión de la Asamblea Nacional Suprema (Parlamento), un encuentro que suele celebrarse una o dos veces al año para, por ejemplo, promulgar leyes o aprobar presupuestos, y que suele durar uno o varios días.
En este caso, los medios estatales indicaron que, entre otras cosas, se trataría "el tema de enmendar y suplementar las Constitución socialista del país".
Aunque el hemiciclo es en teoría el órgano de mayor poder dentro del Estado norcoreano, se limita a tramitar por defecto las decisiones adoptadas ya por el Partido de los Trabajadores.
En este caso, el líder Kim Jong-un, secretario general de la formación, ya definió a principio de año las relaciones entre ambas Coreas, muy deterioradas en el último lustro, como las de dos Estados "hostiles el uno con el otro", consideró que el Sur debía ser el "principal enemigo" nacional, que su territorio debería ser ocupado por la fuerza en caso de guerra y que deberían descartarse la reconciliación y reunificación.
El mariscal pidió entonces que se reformara la Carta Magna para reflejar todo esto, lo que implica establecer de manera unilateral fronteras territoriales.
Tras las palabras de Kim de principios de año, Corea del Norte ha efectuado distintos gestos -desde eliminar monumentos u organismos estatales centrados en la reunificación y destruir las vías férreas que conectaban con el Sur a llamar al vecino por su nombre oficial (República de Corea)- que subrayan la idea de dos Estados irreconciliables y apuntan a que no hay intención de dar marcha atrás.
El Parlamento norcoreano está llamado a reflejar lo dicho por Kim en la Constitución, lo que en opinión del Ministerio de Unificación surcoreano, encargado de las relaciones con el Norte, implica posiblemente anular acuerdos intercoreanos como el tratado de "Reconciliación, no agresión e intercambios y cooperación" firmado en 1991 y conocido popularmente como "Acuerdo básico intercoreano".
Ese pacto establece que ambas Coreas no mantienen una relación de Estado a Estado, sino una relación "provisional especial" que debe derivar en una "unificación pacífica".
Se desconoce a su vez cómo y cuándo se darán a conocer exactamente los detalles de la reforma constitucional, puesto que en anteriores ocasiones los medios estatales norteños apenas han informado de detalles básicos y el contenido íntegro de las modificaciones legislativas no se ha conocido hasta tiempo después.
Preocupa lo que supondría que Pionyang anule, por ejemplo, la validez del artículo 11 del acuerdo de 1991, que establece que los límites de Norte y Sur están ligados a lo establecido en el acuerdo de alto el fuego de 1953 "y a las zonas que han estado bajo la jurisdicción de cada parte hasta el presente".
Entre esas "zonas" se incluirían las afectadas por la llamada Línea Límite Norte (NLL), que actúa como divisoria marítima de facto -no está especificada en el armisticio- en el mar Amarillo y que es rechazada por el régimen al haber sido trazada unilateralmente por el Comando de la ONU, liderado por EE.UU.
Aparte del peligro que supone restar validez a apartados estipulados en ese armisticio que puso fin a tres años de guerra, Corea del Norte puede optar por oficializar su propia frontera marítima occidental, trazando la línea más al Sur con base en la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar.
Esto teóricamente situaría al menos cinco islas surcoreanas habitadas dentro de aguas territoriales norcoreanas y permitiría a pescadores y navíos militares navegar libremente por aguas que Seúl considera suyas.
Los posibles choques en aguas en torno a la NLL (zona que en el pasado ha vivido choques que han dejado militares y civiles de ambos países muertos) podría ser uno de los efectos más visibles a corto plazo derivados de la decisión de Kim Jong-un de redibujar por completo la estrategia diplomática que sostuvieron durante décadas su padre y su abuelo y que mantenía una puerta abierta a la reconciliación. EFE