Bogotá, 30 sep (EFE).- Rostros heridos por la guerra, con cicatrices, a los que les faltan miembros, pero también rostros atravesados por la paz y la esperanza, de quienes dejaron las armas en la guerrilla de las FARC hace ocho años, forman parte de una exposición fotográfica inaugurada este lunes en Bogotá.
Un hombre mira a los lejos, con un ojo ciego, mientras descansa en una hamaca y otro atraviesa un puente colgante con una sola pierna, otro, que se sienta en la cama con la prótesis apoyada, son algunas de las escenas de las fotos de 'Semilleros de paz', que hicieron varios fotógrafos firmantes de paz y comunitarios.
"Esta exposición nos demuestra muchas cosas, por un lado la resiliencia de los firmantes de paz y los desafíos que enfrentan todos los días, también nos demuestra la importancia de la reconciliación, el trabajo conjunto entre firmantes de paz y comunidades", explicó durante la inauguración el representante del secretario general de la ONU en Colombia, Carlos Ruiz Massieu.
Para el representante de la ONU, que junto al Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD) y el Ministerio de las Culturas ha impulsado la exposición en el Centro de Artes Delia Zapata Olivella, se trata de "un perfecto balance y evaluación de lo que ha sido el proceso de paz en Colombia".
"Nos demuestra las heridas, nos demuestra todo lo que se ha logrado y se ha conseguido hacia la consolidación de la paz y nos muestra los sueños que existen, las esperanzas, lo que queda por cumplir del acuerdo de paz en su octavo año", afirmó Ruiz Massieu.
En ocho años (del acuerdo firmado entre el Gobierno y las FARC, el 24 de noviembre de 2016), los miles de firmantes de paz han tenido que cambiar radicalmente, adaptarse de nuevo a la vida civil, han sufrido amenazas, 465 de ellos han sido asesinados, pero también han comenzado emprendimientos, han tenido hijos, se han casado y sobre todo han disfrutado de la vida en paz.
La exposición recoge momentos capturados por firmantes de paz como Carmenza Castillo, quien cogió una cámara por primera vez en 2010, cuando aún estaba en las filas de las FARC y que afirma que dentro de la guerrilla solo "tenía la posibilidad de tomar una foto siempre y cuando estuviera autorizada por el jefe".
Ahora hace fotos en libertad, bajo el mantra de su colectivo, Miradas, formado por una docena de firmantes de paz y fotógrafos comunitarios: "vamos a dejar de disparar los fusiles para disparar una cámara".
Y en esta muestra fotográfica captan también la cotidianidad de la nueva vida de quienes firmaron la paz y prueban que son "personas de carne y hueso". EFE
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