París, 30 sep (EFE).- El nuevo ministro francés de Interior, Bruno Retailleau, se muestra dispuesto a echar un pulso con los países origen de migrantes para que los acepten cuando París quiere expulsarlos y dice que recurrirá a "todos los dispositivos" de presión.
En una larga entrevista al canal LCI emitida este domingo, Retailleau asumió el establecimiento de "una relación de fuerza" con esos países y cita en particular tres medios para concretar esa presión: la concesión de visados incluso a los dirigentes de esos países, la ayuda al desarrollo y los aranceles aduaneros.
El ministro del partido conservador Los Republicanos (LR), una de las principales figuras del nuevo Gobierno por sus posiciones marcadamente derechistas, sobre todo en materia de inmigración, también citó la pista de prolongar el periodo máximo de retención de los extranjeros en proceso de expulsión y duplicarlo de los 90 días actuales a 180 pero reconoció que "no es suficiente".
Se declaró favorable a la "doble pena" para los extranjeros, es decir para su expulsión sistemática de Francia cuando terminen de cumplir su condena.
La cuestión de la expulsión de extranjeros delincuentes ha pasado a estar en primera línea de la actualidad tras el asesinato el 20 de septiembre de una estudiante de 19 años, Philippine, cuyo cuerpo fue encontrado al día siguiente enterrado en el bosque de Boulogne, a las afueras de París.
El principal sospechoso es un joven marroquí de 22 años en situación irregular en Francia que estaba pendiente de ser expulsado a su país después de haber pasado cinco años en la cárcel por una violación que había cometido cuando era todavía menor.
El sospechoso, que fue arrestado en Suiza a petición de Francia que ha iniciado ahora una demanda de extradición, había quedado en libertad a comienzos de septiembre por la decisión de un juez, que consideró que no se lo podía mantener en retención más tiempo sin saberse si iba a llegar la autorización de Marruecos para expulsarlo allí.
Esa autorización de Rabat llegó pocos días después de su liberación bajo control judicial, pero desde el principio, el joven infringió su control judicial y, aparentemente, cometió el crimen de Philippine.
Este caso ha sido utilizado por la extrema derecha y por una parte de la derecha para justificar un cambio de la política y ha generado mucho debate político sobre la forma de hacer efectivas las expulsiones, partiendo del hecho de que ahora sólo se ejecutan un 7 % de las que se dictan.
El expresidente conservador Nicolas Sarkozy ha intervenido en ese debate este lunes, en la línea de Retailleau, al pronunciarse por utilizar los visados como moneda de cambio para que los países de origen acepten las expulsiones.
En una entrevista a la emisora Europe 1, Sarkozy ha distinguido la posición de Marruecos, que "se comporta bien gracias a la personalidad excepcional del rey", de la de Argelia, para la que puesto que se le dan "cientos de miles de visados cada año, tenemos que poder conseguir cientos de autorizaciones" para ejecutar las expulsiones. EFE