Laura Zornoza
Bruselas, 29 sep (EFE).- Más de 37.500 personas se congregaron este domingo en Bruselas para recibir la misa del papa Francisco, la culminación de un viaje de cuatro días en Luxemburgo y Bélgica en la que católicos de muchos rincones del mundo -afincados en la capital belga o que han viajado para la ocasión- quieren un "mensaje de esperanza" y de paz ante los conflictos.
En el estadio Rey Balduino de Bruselas, acostumbrado a recibir a los aficionados de la selección de fútbol de Bélgica -conocidos como los Diablos Rojos- o a melómanos fans de Coldplay o los Rolling Stones, se veían decenas de banderas de lugares tan lejanos como Canadá, Brasil, Líbano o India unidas por la ilusión de ver y escuchar a Francisco.
El habitual crisol cultural de la capital belga, hogar de las instituciones de la Unión Europea o la OTAN, se vio reflejada en las gradas del estadio, donde antes de la misa -y bajo un inusual sol brillante que se fue disipando durante las dos horas de eucaristía- se cruzaban conversaciones en francés, inglés, neerlandés, alemán y también en castellano, entre otras.
"Ahora mismo, con los conflictos que hay, sobre todo en Oriente Medio, en Ucrania y en muchas partes del mundo, yo creo que todos los cristianos estamos en búsqueda de la paz y esperamos que el que el papa abogue por eso", explicó Antonio, un joven español que trabaja en el Parlamento Europeo.
Desde más lejos ha visitado Bruselas Edhina, una joven libanesa que ha aprovechado el viaje de más de 4.000 kilómetros para ver a su familia y, feliz de haber llegado a ver al papa, coincide en esperar de él una voz fuerte en favor de la paz en plena escalada de ataques israelíes a su país natal y ante el riesgo de que el conflicto se extienda aún más en Oriente Medio.
"La situación es muy mala. He venido a ver a mi familia pero, si el aeropuerto está abierto, volveré", aseguró.
Las polémicas que han rodeado a la visita papal a Bélgica también han estado presentes en la eucaristía, con una homilía en la que el mensaje más aplaudido por los fieles ha sido la exigencia de Francisco de que los obispos "no cubran los abusos" y "que se juzgue a los abusadores" en el seno de la Iglesia.
"Creemos que la Iglesia está actuando muy bien, es un tema muy delicado, muy doloroso para todos, sobre todo para la iglesia, y el papa en ese aspecto está siendo impecable, como todas las congregaciones religiosas", afirmó Antonio.
En los días previos a la visita, la organización decidió eliminar del libreto de canciones de la misa una canción del compositor y sacerdote Paul Schollaert, fallecido recientemente y juzgado hace dos décadas por estar involucrado en casos de abusos sexuales en los años 70.
Pese a que decenas de miles de folletos ya se habían distribuido con su composición, la Conferencia Episcopal belga afirmó que no se interpretaría por respeto a las víctimas.
Francisco dedicó también parte de su homilía a pedir que se proteja a tantos migrantes que "son hermanas y hermanos que como todos sueñan un futuro mejor para sí y para sus seres queridos y en cambio a menudo no son escuchados y terminan siendo víctimas de la explotación".
Nilda, una paraguaya que emigró a Bélgica hace quince años, esperaba un mensaje así: "Que insista con que se nos acoja acá en Bruselas, así como lo hace en muchos otros países, que acojan a los inmigrantes, que venimos por necesidad. Como toda inmigrante, sé lo que es el sufrir en otro país", afirmó.
De forma más sutil estuvieron presentes las mujeres, que protestaron por la exclusión femenina del sacerdocio poniéndose en pie de manera silenciosa y vestidas de blanco cada vez que una mujer tenía un papel protagonista durante la eucaristía, como en la lectura de peticiones.
El arzobispo de Malinas-Bruselas, Luc Terlinden, ofició formalmente la misa y agradeció al papa Francisco "haber revivido la llama de la esperanza que es la fe en Jesús". Otra pareja de españoles, Pilar y Julián, que acudieron al estadio con sus hijos, aplaudieron este mensaje. "Esperamos que esta visita del papa haga que Bélgica se despierte cristianamente", desearon.
Al coro de "Esta es la juventud del papa", el lema que se popularizó en la Jornada Mundial de la Juventud de hace más de una década en Madrid, el estadio despidió con un largo aplauso al papa Francisco, que abandonó el altar en silla de ruedas y regresará en las próximas horas a Roma. EFE
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