Rodrigo Zuleta
Berlín, 29 sep (EFE).- La publicación de “La Montaña Mágica”, una de las obras fundamentales de la literatura alemana y la novela más representativa de Thomas Mann, cumple 100 años en momentos en que los problemas que abordaba cobran nueva actualidad como lo muestra la forma como se está conmemorando el aniversario.
El centenario se cumplirá en noviembre pero ya se está celebrando con actos y publicaciones que anticipan otro aniversario, el de los 150 años del nacimiento de Mann el año próximo.
La Sociedad Thomas Mann dedica su congreso anual este fin de semana a uno de los temas centrales de la novela que el director de la institución, Hans Wisskirchen, llama su “doble contemporaneidad”.
“La novela fue publicada hace 100 años en momentos en que la República de Weimar estaba relativamente consolidada flancos pero era atacada desde varios. Allí se recogen una serie de confrontaciones intelectuales que fueron claves en Europa desde 1918”, dijo Wisskirchen explicó Wisskirchen en una entrevista con EFE.
“Pero lamentablemente muchos de los problemas de los años veinte vuelve a ser actuales ahora. Piense en Ucrania, en la pandemia, en el auge de partidos de extrema derecha no sólo en Alemania”, agregó.
El protagonista, Hans Castorp, llega a un sanatorio de Davos -en agosto de 1907- para una visita de tres semanas y termina quedándose siete años en los que vive una transformación. La novela termina con Castorp marchándose para combatir en la Primera Guerra Mundial.
Esa transformación tiene un paralelismo con la que sufre Mann en el proceso de escritura que se inició en 1913.
Mann, en el momento en que empieza la novela, es un conservador defensor del imperio guillermino, Durante la Primera Guerra Mundial interrumpe la escritura de “La Montaña Mágica” y escribe “Consideraciones de un apolítico”, un ensayo en el que rechaza la ilustración.
En los años de la escritura de la novela Mann cambia de postura y a partir de 1922 se convierte en un defensor de la República de Weimar y en un crítico de los movimientos de ultraderecha que desembocarían en el nazismo.
En la novela hay un personaje, Ludovico Settembrini, que al comienzo debía ser una caricatura del pensamiento ilustrado pero que a medida que avanza la novela es un personaje cada vez más positivo.
En una anotación en su diario, del 14 de noviembre de 1919, el propio Mann registra como el personaje se le estaba transformando al decir que, aunque sus ideas no son tomadas en serio, son lo único decisivo en un mundo marcado por la fascinación por la muerte.
Settembrini es una de las influencias claves de Castorp en el sanatorio y que trata de convencerlo permanentemente de que vuelva al mundo del trabajo y deje Davos. También trata de alejarlo de la seducción de lo irracional representado por su pasión sin futuro por una de las pacientes llamada Clawdia Chauchat.
Otra influencia es el jesuita reaccionario Leo Naphta que libra disputas dialécticas con Settembrini. Naptha rechaza no sólo el pensamiento de la ilustración sino todo el pensamiento moderno, desde el renacimiento. Muchos críticos lo han visto como antecedente de los fascismos.
La lucha “por el alma de Castorp”, como se dice en algún momento en la novela termina con un duelo a pistola entre los dos personajes que para Wisskirchen es uno de los momentos decisivos.
El duelo se da en el capítulo sexto donde hay diversos episodios que ilustran lo que Wisskirchen llama la doble contemporaneidad. El episodio clave es uno que tiene como subtítulo “Hipersensibilidad”.
La gente se pelea apasionadamente por cosas sin importancia o hace de una convicción ideológica -en un momento aparece un antisemita- parte de su identidad. En el sanatorio también se participa en disputas ajenas como una entre polacos que termina siendo documentada y traducida a varios idiomas y distribuida en diversas partes del mundo.
“Cuando volví a leer el episodio pensé que es lo que hoy hacen las redes sociales, el motivo de la disputa no importa mucho pero todo el mundo termina participando en ella”, dijo Wisskirchen.
La hipersensibilidad -de antes de la Primera Guerra Mundial, de las crisis precedentes al ascenso de los fascismos o de las crisis que se viven ahora- pueden llevar a algunos a una simpatía por un pensamiento como el de Napha y a un rechazo de los consensos democráticos.
Mann lo percibe y en una carta escrita en 1933, el año del ascenso de Hitler al poder, entra en defensa de Settembrini. “Nos podemos reir todos un poco del buen señor Settembrini pero es un tío maravilloso frente a los Naptha que ahora mandan”, escribe . EFE