Noemí Jabois
Beirut, 29 sep (EFE).- El Líbano suma ya alrededor de un millón de desplazados internos en apenas una semana de intensos bombardeos israelíes contra los bastiones del grupo chií Hizbulá, "la mayor" oleada en la historia del pequeño país mediterráneo, dijo este domingo el primer ministro, Najib Mikati.
Israel continúa su campaña aérea contra el sur del Líbano, el oriental Valle de la Bekaa y los suburbios meridionales de Beirut, mientras cientos de albergues para los desplazados han alcanzado su máxima capacidad entre denuncias de ayuda insuficiente para las familias que huyen.
"El número es grande, se estima que un millón de personas se vieron obligadas a moverse de un lugar a otro lugar durante los últimos días. Es considerada la mayor operación de desplazamiento en el Líbano en toda la historia", anunció el primer ministro libanés en una rueda de prensa.
Mikati reconoció que la gestión de esta crisis requiere más esfuerzos que simplemente proporcionar un techo y alimentos para los desplazados, que suponen ya casi un quinto de la población total del país, estimada en algo más de cinco millones de personas.
"Hay otras cosas, como garantizar un servicio sanitario en estos centros de acogida para evitar la propagación de enfermedades o el problema de la acumulación de basura", explicó el dirigente durante su intervención.
Su Gobierno había preparado un plan de emergencia para lidiar con una potencial guerra ya al inicio de los enfrentamientos entre Hizbulá e Israel hace casi un año y había alistado el apoyo de diferentes organizaciones ante la falta de recursos estatales desde la crisis económica de 2019.
Pese a que el plan contemplaba potenciales escenarios de desplazamientos masivos, diversas ONG han denunciado en los últimos días una falta de servicios básicos en los albergues y una escasez de espacio que en algunos casos obliga a alojar a varias familias en una misma aula.
Algunos desplazados se quejaron de estos problemas a EFE en albergues de Beirut, de donde algunos se marcharon en los momentos iniciales de la crisis al encontrarse espacios sin electricidad, baños sin duchas o aulas mugrientas.
Según el último informe de situación publicado este domingo por la presidencia del Consejo de Ministros, 116.100 de los desplazados internos están alojados en 777 centros y colegios habilitados por las autoridades, de los que más de 500 han llegado a su aforo máximo.
Este domingo, se abrieron las puertas de 120 nuevas escuelas para acoger a las familias, mientras que la "capacidad de las instituciones educativas públicas ha alcanzado su límite en Beirut y Monte Líbano", esta última una provincia adyacente a la capital con el mayor número de albergues, 272.
Además, cerca de 50.000 personas han cruzado la frontera con Siria, donde la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) anunció la apertura de dos grandes carpas para los desplazados que esperan poder entrar a territorio sirio.
Mientras tanto, continúan los bombardeos israelíes contra diversos puntos del país.
Uno de ellos mató este domingo a al menos 24 personas e hirió a otras 29 en la localidad de Ain al Delb, en el sur del país, según el Ministerio de Salud Pública libanés, después de que ya esta semana se superaran los mil fallecidos en poco más de diez días.
Otro ataque volvió a alcanzar también los barrios meridionales de Beirut conocidos como el Dahye, donde hace dos días murieron el secretario general de Hizbulá, Hasán Nasrala, y el responsable de las operaciones militares del grupo en el sur del país, Ali Karaki.
La formación chií confirmó en las últimas horas el fallecimiento de Karaki, máximo comandante para la región meridional desde 1982, y explicó que perdió la vida en el bombardeo masivo del viernes contra Nasrala.
Por el momento, Hizbulá no ha anunciado más bajas a causa de ese ataque, supuestamente dirigido contra su sede subterránea, aunque el Ejército israelí aseguró haber matado a una veintena de miembros, entre ellos el presunto jefe de la unidad de seguridad de Nasrala, Ibrahim Husein Jazini.
Ante la gravedad de la situación, Mikati abogó por buscar soluciones diplomáticas al conflicto y retiró su llamado a aplicar la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que puso fin a la guerra librada por las partes en 2006.
"No tenemos otra opción que la diplomacia (...) El Líbano tiene fe en la comunidad internacional, en la legitimidad internacional y en la ONU, y no cree en la ley del más fuerte", zanjó el mandatario. EFE
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