Ramón Orosa
Bilbao, 27 sep (EFE).- El Athletic Club regresó a Europa logrando un punto muy valioso en el Estadio Olímpico de Roma, un empate casi heroico sobre la hora tras un partido a contrapelo ante un rival notable que quedó empañado al final por los lanzamientos de bengalas hacia la afición del Roma. Una mancha inadmisible.
Fue ejemplar el comportamiento de los de Ernesto Valverde para levantarse de la lona en la que se vieron durante un buen rato en la primera mitad, pero ese esfuerzo y la importante igualada final fue opacada del todo por imágenes y actitudes que tristemente quedarán para el recuerdo.
Las principales los lanzamientos de bengalas, algo peligrosísimo tratándose de gradas de un campo de fútbol repletas de seguidores; pero también quedarán las reacciones de los profesionales, muy de valorar tratándose de equipos de fútbol.
Porque que un entrenador, y de la sensatez de Ernesto Valverde, salga del banquillo a abroncar a los suyos de la grada, o que los capitanes, Oscar de Marcos e Iñaki Williams, se acerquen a sus seguidores, no a celebrar, sino a pedir explicaciones y a afear la conducta, tampoco es habitual.
Fueron las primeras reacciones de un club que rápidamente emitió un extenso comunicado en el que consideraba "inadmisible" lo ocurrido.
Ya ante los micrófonos, Valverde hablaba sin tapujos de "mancha" la que vertieron los aficionados rojiblancos que lanzaron las bengalas a la afición rival. Y De Marcos, el capitán, y Ander Herrera, se mostraron muy críticos y dolidos por esa actitud.
Así, quedó en un segundo plano un empate que fue oro puro para el Athletic, que da continuidad a su racha en liga de tres victorias consecutivas y arranca así su vuelta a Europa saliendo vivo del que, a priori, era el partido más complicado que le había deparado el sorteo para la primera fase del novedoso formato de la Liga Europa.
Un ejercicio de supervivencia tras el gol de Artem Dovbik que premió la mejor primera parte de su equipo. No empezó mal el Athletic, que encadenó hasta tres llegadas con peligro en el primer cuarto de hora, pero después se vio superado por la calidad y el ritmo que imponía el centro de campo de la Roma con Bryan Tristante, Manu Koné y Tomasso Baldanzi.
Iñigo Ruiz de Galarreta y Beñat Prados no daban abasto, Unai Gómez, el relevo del lesionado Oihan Sancet, tampoco lograba ayudarlos y la Roma se crecía.
Estaba claro que algo tenía que hacer Valverde, quien optó por mantener el equipo tras el descanso a ver su mejoraba con los mismos jugadores. Y lo hizo, pero en poca medida como para empatar.
Para dar la vuelta a las cosas se necesitaba más y ese más fueron primero Herrera y el tocado Nico Williams, y después Oscar de Marcos y Alex Berenguer, que y cambiaron el partido.
Aunque fue el último cambió, el obligado de Unai Núñez por un Dani Vivian que se retiró sangrando de la cara, el que viró definitivamente.
Nico aculó a la defensa más por intimidación que por brillantez, Berenguer la zarandeó una y otra vez, pero fue Núñez, de regreso este año del Celta, quien cocinó el gol entre centrales en jugada a balón parado que marcó, otra vez en el primer palo, Aitor Paredes.
La falta se la habían hecho a Nico y la había botado Berenguer, los nombres que reflotaron al Athletic y le abrieron el camino a un 1-1 valiosísimo. Un resultado que dejó contentos a todos los 'athletizales', entre los cuales aparecieron unos pocos que aguaron la fiesta con una mancha ya muy difícil de limpiar de cara al futuro. Quedará ahí y ahora habrá que ver qué consecuencias tiene. EFE