Cosechas, incendios y epidemias: la corriente en chorro marca el clima extremo en Europa

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Redacción Ciencia, 25 sep (EFE).- La corriente en chorro, unas bandas de viento en la alta atmósfera que pueden desplazarse hacia el norte o el sur y cambiar de rumbo en corrientes rápidas o ríos serpenteantes y lentos, han determinado el clima estival en Europa desde hace al menos 700 años, probablemente mucho más.

Así lo ha descubierto un estudio internacional liderado por la Universidad de Arizona (Estados Unidos) y basado en los datos de los anillos de árboles de toda Europa que son un archivo histórico de los climas pasados y de los vientos que han soplado sobre la superficie terrestre en los últimos siete siglos.

El estudio, cuyos detalles se han publicado este miércoles en la revista Nature, concluyen que la corriente en chorro determina en gran medida el clima estival en Europa y lo hace siguiendo un patrón de vaivén que los investigadores del clima denominan "dipolo".

Este importante descubrimiento científico empezó como una curiosidad. En sus viajes estivales a su Bélgica natal, Valierie Trouet, del Laboratorio de Investigación de Anillos de Árboles de la Universidad de Arizona, observó que cuando la gente se ponía jerséis en lugar de ropa de verano, el tiempo tendía a ser cálido y seco en Italia, Grecia y los Balcanes.

"Cuando la corriente en chorro se encuentra en una posición extremadamente septentrional, se dan condiciones más frías y húmedas en las Islas Británicas y más cálidas y secas en el Mediterráneo y los Balcanes", explica Ellie Broadman, coautora del estudio y como bióloga en la Estación de Campo Sequoia-Kings Canyon del Servicio Geológico de EE.UU.

Las condiciones más calurosas sobre los Balcanes hacen que se evapore más humedad de lo normal del mar Mediterráneo y llueva más al norte, y a la inversa, cuando la corriente migra más al sur, arrastra aire más cálido y seco sobre las Islas Británicas y empuja temperaturas más frías y más humedad hacia el sureste de Europa.

Para saber qué ocurrió en el pasado, el equipo utilizó muestras de anillos de árboles de toda Europa y reconstruyó la variación de la corriente en chorro en los últimos 700 años y sorprendentemente, encontró patrones pasados de la corriente que coincidían con los registros de documentos históricos.

El equipo descubrió que el dipolo climático creado por la corriente en chorro ha influido en la sociedad europea durante los últimos 700 años y probablemente mucho más tiempo.

"Las epidemias eran más frecuentes en las Islas Británicas cuando la corriente en chorro estaba más al norte. Como los veranos eran húmedos y fríos, la gente se quedaba en casa y las condiciones eran más propicias para la propagación de enfermedades", explica Trouet.

Entre 1348 y 1350, la peste, conocida como la Peste Negra, hizo estragos en Irlanda. En esa época, la corriente en chorro se encontraba en una posición extrema, muy al norte, sobre Europa.

Estos resultados aportan datos fundamentales para mejorar los modelos climáticos en los que se basan los investigadores para predecir el clima futuro como consecuencia del calentamiento global.

Los científicos han observado una tendencia que muestra que la corriente en chorro se desplaza gradualmente hacia el norte, independientemente de sus variaciones estacionales o más a corto plazo.

"Cuando se combina nuestra reconstrucción con las malas cosechas, se observa que esta tendencia puede provocar problemas en los principales cultivos de cereales y otros tipos de fenómenos meteorológicos extremos", explica Trouet.

"Es un anticipo de los tipos de fenómenos extremos y los resultados sociales que podríamos esperar si esa trayectoria continúa".

Según Trouet, los resultados también sientan un precedente para la trayectoria futura de la variación de la corriente en chorro y los fenómenos meteorológicos extremos, como los incendios forestales.

"Demostramos que históricamente los incendios forestales en los Balcanes se producían mucho más cuando la corriente en chorro estaba en esa posición septentrional que crea condiciones secas y calurosas, y eso es exactamente lo que estamos viendo este verano", concluye Trouet.

Para Broadman, los resultados del estudio "se reflejan en la vida real", y "pueden dar una idea de lo que podría ocurrir si se añade más calor en la atmósfera y más variabilidad, advierte Broadman. EFE

ecg/crf

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