Dissanayake, una tercera vía a la crisis de Sri Lanka que quiere romper con el pasado

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Aanya Wipulasena

Colombo, 22 sep (EFE).- El marxista Anura Kumara Dissanayake pasó de recibir apenas un 3 % de los votos en los comicios de 2019 a erigirse este domingo como ganador de las elecciones presidenciales de Sri Lanka, tras capitalizar el descontento de la población con los partidos tradicionales por la grave crisis económica que ahoga a la isla.

La victoria de Dissanayake, de 55 años, no puede considerarse, sin embargo, una sorpresa, puesto que supo ganarse el apoyo principalmente del electorado joven y del medio rural, con sus promesas de acabar con la corrupción y renegociar el acuerdo que la isla mantiene con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

La nación insular alcanzó un rescate de casi 3.000 millones de dólares del FMI el año pasado, pero los requisitos del acuerdo, incluida una subida de impuestas, desataron el malestar de la población, que lo pagó con el presidente saliente, Ranil Wickremesinghe, que apenas acumuló un 17 % de los votos en los comicios.

Considerado una tercera vía a los partidos tradicionales, Dissanayake fue el candidato más apoyado con un 42,31 % de los votos, según la Comisión Electoral, por delante de Sajith Premadasa, líder del opositor Samagi Jana Balawegaya (SJB), que alcanzó el 32,76 % de apoyos.

No obstante, su llegada al poder es vista con recelo por una parte de los esrilanqueses, sobre todo aquellos de mayor edad, que no olvidan el pasado sangriento de la formación marxista que lidera.

Nacido y criado en un entorno rural, el futuro presidente de Sri Lanka se convirtió pronto en un elocuente activista de base y su ascenso al poder se produjo en el seno del Janatha Vimukthi Peramuna (JVP), una organización de izquierda radical responsable de la agitación juvenil del país desde 1986 hasta 1992, por su situación económica.

El JVP también está detrás de dos revueltas armadas contra el Gobierno en las décadas de 1970 y 1980, en las que según estimaciones murieron unas 60.000 personas y que llevó a que la formación fuera proscrita.

Dissanayake se inició como parlamentario por el JVP, ya legalizado, en el año 2000 y llegó a ejercer como ministro de Agricultura, Ganadería, Tierras e Irrigación de 2004 a 2005 bajo la presidencia de Chandrika Bandaranaiyake.

Su ascenso político continuó en los siguientes años y tomó las riendas de su partido en 2014, después de lo que es descrito como un golpe interno, y se destacó como un político especialmente activo contra la corrupción.

Entre 2015 y 2018 llegó a actuar como jefe de la oposición al Gobierno, y en 2019 se presentó como candidato a las elecciones presidenciales, pero solo logró el apoyo de un 3 % de los votantes.

Dissanayake ha sido el político que mejor ha sabido sacar rédito del malestar de la población por la crisis económica, y en los últimos meses realizó promesas electorales como bajar los impuestos -de lo que luego se retractó- o retomar la privatización de empresas estatales.

Tambiénha tendido puentes con la India, a pesar de que el principal impulso del JVP a finales de la década de 1980 fue su postura contra Nueva Delhi.

El futuro presidente también cuenta con una importante base de apoyos entre los jóvenes esrilanqueses que encabezaron las protestas antigubernamentales de 2022, que derrocaron al entonces presidente de Sri Lanka, Gotabaya Rajapaksa, y pusieron fin al gobierno de la poderosa familia Rajapaksa, una familia de líderes políticos y militares vistos como héroes por su rol en la guerra civil que concluyó en 2009.

El principal desafío de Dissanayake durante su mandato, previsto para los próximos cinco años, será continuar con la recuperación económica iniciada por Wickremesinghe, intentando que las medidas que tome para ello no le hagan perder popularidad como sucedió con su antecesor.

Para ello será clave el resultado que su formación obtenga en las elecciones al Parlamento que Dissanayake debería convocar una vez sea investido presidente. Actualmente la coalición NPP que lidera cuenta con tres parlamentario en la Cámara de 225 escaños.EFE

aw-hbc/pddp

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