20 años después del término microplásticos hay evidencias para acordar una acción global

Guardar

Nuevo

infobae

Redacción Ciencia, 19 sep (EFE).- El término microplásticos fue acuñado hace dos décadas, durante las que la ciencia ha aportado pruebas suficientes para adoptar un planteamiento colectivo que haga frente a la propagación de estos contaminantes que afectan a todo el mundo, según un artículo que publica Science.

“Perdido en el mar. ¿Dónde está todo el plástico?” era el título de un estudio que un equipo encabezado por el investigador Richard Thomson publicó en abril de 2004 en Science y en el que se usó, por primer vez en una revista científica la palabra microplástico.

Thomson, investigador de la Universidad de Plymouth (Reino Unido) vuelve a encabezar un equipo que publica ahora en la misma revista un artículo sobre lo aprendido en estas dos décadas y considera que la necesidad de actuar a escala global es más acuciante que nunca.

Los microplásticos se suelen definir como partículas sólidas de plástico de un tamaño igual o inferior a cinco milímetros, los cuales se han vuelto omnipresentes en el medioambiente y se detectan sistemáticamente en el agua, el suelo, los alimentos o los animales y se encuentra hasta en el cuerpo humano.

Los autores consideran que la legislación nacional vigente no basta por sí sola para afrontar el reto y consideran que el Tratado de la ONU sobre la Contaminación por Plásticos, que se someterá a su quinta ronda de deliberaciones el próximo noviembre, pude ser una “oportunidad tangible” para una acción internacional conjunta.

Sin embargo, para que un tratado de este tipo sea realmente eficaz, debe comprometerse a una reducción general de la producción de plástico, junto con medidas para reducir la emisión y liberación de partículas microplásticas a lo largo de todo el ciclo de vida de los plásticos.

El artículo indica que “si aún existen lagunas en los conocimientos y los datos sobre la evaluación del riesgo de los microplásticos, las medidas políticas no tienen por qué esperar, sino que pueden justificarse sobre la base del principio de cautela y, por tanto, pueden y deben tomarse medidas ahora para reducir las emisiones” de estos contaminantes.

Los autores también analizan las intervenciones sociales y políticas encaminadas a reducir la contaminación por microplásticos y destacan la necesidad de mejorar los métodos de muestreo y perfeccionar la definición y categorización de estos, lo que ha obstaculizado los esfuerzos reguladores.

Desde la publicación del primer estudio en 2004, se calcula que se han realizado 7.000 investigaciones sobre microplásticos, que han aportado pruebas considerables sobre sus fuentes e impactos, así como sobre posibles soluciones.

Thompson señala que tras 20 años de investigación, “existen pruebas claras” de los efectos nocivos de esta contaminación a escala mundial y además son contaminantes persistentes prácticamente imposibles de eliminar, según un comunicado de la universidad.

“Aún hay incógnitas, pero en los 20 años transcurridos desde nuestro primer estudio la cantidad de plástico en nuestros océanos ha aumentado alrededor de un 50 %, lo que no hace sino subrayar aún más la acuciante necesidad de actuar”, destaca.

Se calcula que las emisiones de microplásticos al medio ambiente ascienden a 40 megatoneladas al año y podría duplicarse de aquí a 2040, por lo que las predicciones indican la posibilidad de que se produzcan daños ambientales a gran escala de cara al próximo siglo.

Thompson y su equipo concluyen señalando que “la ciencia será tan importante para encontrar soluciones como lo ha sido para identificar los problemas”.

Guardar

Nuevo