Reabre renovado el palacio lisboeta que revivirá 90 años más de historia portuguesa

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Rocío Muñoz Jiménez

Lisboa, 11 sep (EFE).- El Palacio Pimenta, sede principal del Museo de Lisboa, reabre su primera planta este jueves tras tres años de rehabilitación para incluir otros 90 años de la historia de Lisboa, en una exposición que revive la memoria del país no sólo a través de sus piezas sino también con lo que esconden sus cajones.

Antonio y Julia, dos personajes ficticios que el equipo del museo ha creado, narran en primera persona los principales acontecimientos históricos de la capital, aunque no siempre encarnan el mismo papel en ellos.

Ambos se encuentran escondidos en los cajones del palacio, debajo de los expositores que tienen las piezas, mientras por sus ranuras se despliegan fotografías, planos y mapas que ayudan a entender o completar el relato.

A las puertas de la parte superior del edificio, construido durante el siglo XVIII para las vacaciones de verano de un noble, dos guardias de seguridad encarnados sobre azulejo invitan a la visita, que revela momentos clave de la transformación de Lisboa desde el siglo XVII hasta finales del XX, repartidos en once salas.

El museo cuenta con 800 objetos expuestos -aunque son cerca de 100.000 los que tienen guardados- en las 31 estancias del inmueble, veinte de ellas en la planta baja, remodelada con antelación y abierta al público desde 2021, que comienza con la prehistoria lusa.

Con más de 300 piezas, 130 de ellas exhibidas por primera vez de forma permanente, la parte superior de la galería actualiza el discurso para "llevarlo a la contemporaneidad", explicó durante una visita guiada a EFE Joana Sousa Monteiro, directora del Museo de Lisboa.

La nueva exposición incluye vestigios de momentos clave del pasado, como los planos del Acueducto de Aguas Libres de la capital, una de las obras más importantes que se realizaron durante el reinado de Juan V de Portugal por la falta de agua que había en la época y que permitió su transporte desde las colinas al núcleo urbano.

La catástrofe que cambiaría el rumbo de la historia lusa con el terremoto de 1755 recorre otra de las salas, donde se recuerda que acabó con importantes monumentos como la Catedral de Lisboa o la Ópera del río Tajo, y con la muerte de entre 10.000 y 30.000 personas en la capital.

La posterior reconstrucción de la ciudad por el Marqués de Pombal, ministro del rey luso José I, se recoge en el palacio a través de los seis planos originales que diversos arquitectos realizaron, en los que se comparan los pensamientos de renovación de la época.

El papel de Portugal en la esclavitud que, junto a Brasil, provocó el viaje forzado de alrededor de 6 millones de personas desde África hacia América es uno de los dos nuevos temas que han introducido en el relato, detalló el historiador Paulo Almeida Fernandes, responsable de la investigación.

El otro hace referencia a la inquisición, que en una sala negra despierta la presión sufrida por aquellos que eran castigados por el Tribunal del Santo Oficio durante tres siglos en los que el control religioso afectó a alrededor de 45.000 personas y causó más de 2.000 muertos.

La primera planta terminaba su historia con una obra alegórica de las elecciones al Ayuntamiento de Lisboa de 1908, que dieron el triunfo por primera vez en el país al Partido Republicano.

En 'El Sufragio', el cuadro más grande de la exposición, aparecen los retratos de los primeros presidentes y parlamentarios del nuevo régimen, obra del pintor luso José María Veloso Salgado, de origen gallego.

Las tres últimas salas han conseguido ampliar los horizontes geográficos y cronológicos 90 años más.

Allí se muestran detalles de la expansión urbanística durante la dictadura de António de Oliveira Salazar, como el Puente 25 de abril que cruza el río Tajo, hasta llegar a la sala que recoge los hallazgos de la Expo del 98, que propulsaría la modernización lisboeta, y en la que esta vez se puede ver a Antonio y Julia trabajando en su construcción. EFE

rmj/pfm/alf

(foto)(vídeo)

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