Las autoridades de Reino Unido han puesto en marcha este lunes un plan para aliviar la actual saturación del sistema penitenciario que consistirá en la excarcelación de unos 1.750 reclusos, con el objetivo de revertir una situación que el primer ministro, Keir Starmer, ha catalogado de "heredada". El plan contempla, entre otras cuestiones, dejar en libertad a aquellos presos condenados a menos de cinco años de cárcel y que hayan cumplido el 40 por ciento de la pena, en lugar del 50 por ciento que venía siendo habitual. El propio Starmer ha insistido en que se revisarán los distintos casos y en ningún caso quedarán libres "presos de alto riesgo". El Partido Laborista puso sobre la mesa esta iniciativa nada más llegar al poder y la ha defendido especialmente a raíz de los disturbios desatados a finales de julio por el asesinato de tres niñas en Southport, Inglaterra. Más de mil personas fueron detenidas en poco tiempo, lo que aumentó la presión en dependencias policiales y penitenciarias. Starmer ha reconocido que gestionar la presión de las cárceles durante estos disturbios "fue muy difícil" y ha señalado que, si no se acometen excarcelaciones adelantadas, el sistema entraría en "una crisis absoluta". La semana pasada la población penitenciaria de Inglaterra y Gales alcanzó los 88.521, un dato sin precedentes históricos. "Es una obligación básica de cada Gobierno garantizar que haya suficientes plazas para que las personas condenadas puedan ir a prisión", ha indicado Starmer, "impactado" por la situación "heredada" de la etapa conservadora. "El anterior Gobierno no construyó las cárceles que necesitábamos" y ahora estos centros están "saturados", ha lamentado.