Grandes dinosaurios carnívoros prosperaron cerca del Polo Sur

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Los grandes dinosaurios terópodos prosperaron en el entorno polar cuando Australia estaba conectada con la Antártida, rondando las llanuras fluviales cuando el hielo se descongelaba en verano. Así lo revela el análisis de las huellas descubiertas en la Formación Wonthaggi al sur de Melbourne entre 120 millones y 128 millones de años atrás, que se publican en Alcheringa: An Australasian Journal of Palaeontology. El hallazgo incluye 18 huellas de terópodos y cuatro huellas hechas por ornitópodos, pequeños dinosaurios herbívoros que pueden haber sido presas de los terópodos. "Estas numerosas huellas son la mejor evidencia hasta ahora de que estos antiguos entornos polares albergaban grandes carnívoros", dice en un comunicado Anthony Martin, primer autor del estudio y profesor del Departamento de Ciencias Ambientales de la Universidad Emory. "Los grandes terópodos probablemente se habrían alimentado de presas como dinosaurios más pequeños, peces y tortugas". Los terópodos, que en griego antiguo significa "pie de bestia salvaje", son un clado de dinosaurios que se caracterizan por caminar sobre dos piernas y pies con tres dedos con garras. Pertenecen al mismo grupo evolutivo que Allosaurus, Tyrannosaurus rex y Velociraptor. La huella más grande del hallazgo actual medía 47 centímetros de largo. "La altura de la cadera de ese terópodo habría sido aproximadamente la misma que la altura total de un humano alto de la actualidad", dice Martin. Martin es un geólogo y paleontólogo centrado principalmente en la icnología, el estudio de rastros de vida como huellas, madrigueras, nidos y marcas de dientes. Los estratos costeros rocosos del estado marcan el lugar donde el antiguo supercontinente Gondwana comenzó a fragmentarse hace unos 100 millones de años, separando a Australia de la Antártida. El entorno polar en ese momento era un valle de rift (fisura) con ríos entrelazados. Aunque la temperatura media anual del aire era más alta durante el Cretácico que en la actualidad, durante los inviernos polares los ecosistemas experimentaron temperaturas gélidas y meses de oscuridad. La Formación Wonthaggi ha producido uno de los mejores conjuntos de fósiles de cuerpos de dinosaurios polares en el hemisferio sur, pero la mayoría de estos restos son pequeños fragmentos de huesos y dientes. Estos fragmentos pueden haber sido llevados al lugar donde fueron enterrados por inundaciones torrenciales de primavera. "Nuestro hallazgo de tantas huellas de terópodos, sin embargo, confirma que una variedad de dinosaurios realmente vivieron y caminaron sobre el suelo donde se encontraron sus huesos", dice Martin. "Las huellas de dinosaurios son mucho más comunes en el sitio de lo que pensábamos anteriormente". Estas huellas probablemente se hicieron cuando los dinosaurios caminaban sobre arena húmeda o barro en la llanura aluvial. Las sustancias pegajosas como el barro pueden colapsar y formar una huella fresca, lo que da lugar a huellas fósiles desordenadas a las que les falta un dedo u otra marca identificatoria, lo que aumenta el desafío de detectarlas. "Otro problema para identificar estas huellas es que muchas de ellas quedan bajo el agua dos veces en un período de 24 horas cuando sube la marea", dice Martin. "Todo tipo de vida marina moderna, incluidas algas, gusanos tubícolas, percebes y almejas, se han incrustado en algunas de las huellas y las han erosionado parcialmente". De las 24 huellas que se mencionan en el artículo, dos son de origen incierto y 18 son huellas de terópodos que miden entre 18 y 47 centímetros de largo. Se distinguen por tener dedos relativamente finos con garras afiladas en las puntas. Cuatro huellas fueron hechas por ornitópodos (las primeras de las que se tiene conocimiento en la Formación Wonthaggi) y su tamaño varía entre 10 y 18 centímetros. La palabra "ornitópodo" proviene del griego y significa "patas de pájaro", en referencia a sus tres dedos, que son más gruesos que los de los terópodos y están cubiertos por garras más romas. Estos primeros herbívoros bípedos crecían hasta unos 90 centímetros de largo.

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